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David Volcán

La Pared, por David Volcán
90c, David Volcán

La Pared, por David Volcán

 En la sala de espera las revistas ajadas se desbordan. Esperar en el consultorio requiere suerte para sacar algo bueno de una Cosmopolitan. "Cómo encender la pasión en tu habitación", parecía la sentencia inequívoca de cómo resolver lo que pasaba, o no pasaba, cuando nos íbamos a la cama. "No tengas televisor en el cuarto. No lleves trabajo a la cama. Prende un incienso. Ponte perfume. Ten cortinas para bloquear la luz. Ten música a la mano. Pinta una pared de rojo". ¿De rojo? En seguida pensé en un rojo que haría ver muy puta la habitación. Después explicaba que una pared roja hará que el ambiente de la habitación sea idóneo para tener sexo. Seguía pensando en rojo y me venía a la cabeza una pared roja Ferrari en pintura de aceite. Sé que no era a lo que se refería el artículo, pero mi m...
El Taxidermista, por David Volcán
89b, David Volcán

El Taxidermista, por David Volcán

 Se puso los guantes espolvoreados de talco por dentro. Abrió un jarrón de vidrio viejo, donde venían los caramelos, y enrolló una pequeña mota de algodón. Con los dedos de la mano izquierda abrió el orificio y empujó poco a poco la pequeña y suave bolita blanca. Su dedo entró casi por completo, la cavidad estaba vacía y húmeda, había extraído todo lo posible con anterioridad. Hizo otra pequeña mota, la empapó en formol y volvió a abrir para introducirla. Se sentía húmedo, tibio y expedía un leve olor putrefacto a carne y hierro.Cada vez que empujaba el algodón, salía un pequeño hilo de líquido que caía por la piel. Contenía la respiraron y entrecerraba los ojos. Supongo para crear esa falsa sensación de lupa. Resistía pocos segundos, así que terminaba respirando profundo. Quizá terminaba ...
Relámpago, por David Volcán
88c, David Volcán

Relámpago, por David Volcán

El sueño se cortó ipso facto con el golpe de la ventana. Los oídos sintieron el cambio de la presión en la habitación y antes de que abriera los ojos, le quedaba el resplandor que atravesó sus párpados. Su sobresaltado corazón por el repentino despertar se aquietó cuando sintió el cristal rasgado por el agua, que, como arena, pegaba del vidrio casi queriendo atravesarlo. Se percató que estaba más frío de lo que debía. Se calzó en la oscuridad y caminó hacia el termostato a mitad del pasillo, entre su habitación y la sala. Antes de extender la mano para cambiar la temperatura, un relámpago alumbró y el color hueso de la cortina se hizo azul. Subió la temperatura y caminó hasta el balcón para ver, a través de la puerta de vidrio, como llovía. A pesar de la hora, algunos carros pasaban y deja...

Cafeína para el Atril