Gente que Cuenta

La espera,
por Luli Delgado

Unbekannter Kunstler Atril press
Unbekannter Künstler,
La sala de espera del médico, c. 1850
Fuente: https://www.meisterdrucke.fr/

Da igual para qué: sacarte una muela, renovar un pasaporte, esperar un vuelo o reclamar un paquete perdido. Lo cierto es que la vida te lleva a veces a una sala de espera.
Lo curioso es que todos, sin ponernos de acuerdo, nos fuimos a dormir pendientes del día siguiente, nos levantamos más o menos a la misma hora sin otro objetivo que acudir a la cita pendiente.

Veamos.

En toda sala de espera hay básicamente tres grupos.
No del mismo tamaño, pero tres al fin.
El primer grupo es el de los recién llegados: entran con la ceja levantada y la barbilla tensa. Miran de un lado a otro como quien busca una señal de vida inteligente y preguntan siempre lo mismo:

—¿Aquí es para lo del pasaporte?
—¿Nos van a llamar por nombre o por número?
—¿Quién es el último?

Es gente que aún no sabe si está en el lugar correcto. Y eso genera la peor de las ansiedades: la incertidumbre del principio.
El segundo grupo es el de los que ya preguntaron, los que ya pasaron ese primer filtro y ahora esperan en paz resignada. Hasta hace dos minutos estaban igual de angustiados, pero ahora tienen un lugar en el mundo: ya saben que están donde tienen que estar. Y eso, aunque no parezca, es un alivio enorme. En ocasiones la gente entabla conversación con el vecino, pero eso es tema para otra crónica.

El tercer grupo es el más pequeño: los encargados de atender. Tres, quizás cuatro personas que repiten de manera automática las mismas instrucciones una y otra vez. Su voz y sus gestos son constantes, casi rituales. Han respondido a la misma pregunta cien veces y lo harán cien veces más. Sin ellos, la sala se desmoronaría; gracias a ellos, el sistema continúa, silencioso y firme.
Cuando los nombres y los números son llamados, todo se disuelve. Los que llegaron primero se pierden en los laberintos de la burocracia. Los demás continúan un poco más hasta que llegue su turno. Los encargados mantienen la calma y el orden, con una paciencia francamente admirable.
Los que se montaron en el avión participan de una nueva espera, que esta vez los lleva a otras calles, que tampoco van a saber a ciencia cierta quién las puso donde están.

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC. Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas. delgado.luli@gmail.com
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