Alguien por un rato,
por Luli Delgado
Al final de la tarde del otro día venía en el Metro lleno de gente y se me ocurrió tratar de imaginarme cómo sería ponerme en los zapatos de cualquiera de los demás pasajeros apenas por un rato, nada más que para entender no desde afuera, sino desde adentro.Venía una señora con el pelo pintado de amarillo. Fue mi primera misión, así que me imaginé a mí misma en el baño de su casa poniéndome el tinte con un pincel. Después supongo que se tuvo que bañar para quitarse el exceso y ojalá le haya gustado como le quedó. ¿Fue por primera vez, o ya lleva años pintándoselo?También había un tipo entre 20 y 30 años, con un tatuaje en el brazo y un jean rasgado. Ahí me fui con él al tatuador, el día en que escogió el águila que quería y se dejó clavar la aguja con la tinta. Al igual que la señora rubia...