Gente que Cuenta

Mejores,
por Luli Delgado

Escuela espanola Atril press
Frontal de altar de Sant Martí de Puigbò (detalle), 1120-1150
Fuente: https://www.museuartmedieval.cat/

El otro día, justo cuando iba a subir al autobús, vi bajar a una señora con un carrito lleno de lo que parecían bandejas de dulces. No venía sola: un hombre la ayudaba a bajarlo, lo dejó en la acera y siguió su camino con una sonrisa de satisfacción poco más o menos de super héroe. Lulucita diría que es que al género masculino no hay nada que le guste más que acudir a socorrer a las “damas en apuros”, una especie de reflejo de caballero medieval que sobrevive a cualquier tiempo.

Pero pensándolo bien, eso no es patrimonio de los hombres. Es algo profundamente humano. Me puse a averiguar y resulta que cuando ayudamos a alguien, el cerebro libera oxitocina, dopamina y serotonina, las mismas sustancias que se activan cuando nos enamoramos o comemos chocolate. En otras palabras, ayudar sienta bien. No es solo buena conciencia: es biología pura. Los neurocientíficos incluso le pusieron nombre a ese efecto: helper’s high, el subidón del que ayuda.

Y más allá de la química, hay algo todavía más interesante. Al ofrecer una mano, por un instante dejamos de girar en torno a nuestro propio eje. Salimos de la burbuja, de la prisa, de los “yo, mí, me, conmigo”, y nos conectamos con la realidad de otro. Y eso aunque dure segundos es un baño de agua bendita.

Por eso es que al ayudar, también nos estamos ayudando. Nos reafirmamos, nos sentimos útiles, recordamos que no todo pasa por nosotros ni por nuestra agenda. Es como un respiro del ego, una pausa en el ruido interior. Quizás por eso la cara del hombre del carrito me pareció tan luminosa: no era solo satisfacción por haber sido amable, sino la alegría de haber participado, aunque fuera un instante, en el cotidiano de una mujer con la que probablemente no se vuelva a encontrar. No importa. A fin de cuentas, dar una mano no va a cambiar el mundo, o tal vez sí, cambia el de quien ayuda y no me extrañaría que también le devuelva al “ayudado” algo de fe en quienes somos. Les recomiendo que no pierdan la oportunidad de ser y sentirse mejores. Vale la pena…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC. Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas. delgado.luli@gmail.com
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