Gente que Cuenta

Mañana Jingle-Jangle, por Clifford Thurlow

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La guitarra Fender Stratocaster de Bob Dylan (1964) en acabado sunburst de tres tonos, usada en el concierto Dylan Goes Electric del Newport Folk Festival el 25 de julio de 1965. Perdida hacia 1965, redescubierta en 2012
Fotografía de Bob Dylan: Daniel Kramer, 1965
Montaje: Luli Delgado
Fuente: https://commons.wikimedia.org/

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        En la mañana jingle-jangle iré siguiéndote.

Siempre me ha encantado esa frase. Me ha perseguido desde la primera vez que la escuché, brillando con promesa e incertidumbre. Durante años pensé que debía ocultar algún significado más profundo —un código o mensaje secreto—, pero ahora me doy cuenta de que no significa nada en absoluto. Las palabras son el significado. Son hermosas, melódicas, aliterativas, sugerentes.

Todos hemos despertado en una mañana jingle-jangle, sin saber qué traerá el día, y hemos sentido ese impulso repentino de seguir nuestros sueños, a nuestro amante, a nuestro destino.

La frase cierra el coro de Mr. Tambourine Man:

Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me
I’m not sleepy and there is no place I’m going to.
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me
In the jingle-jangle morning I’ll come following you.

Cuando Mr. Tambourine Man (en español fue traducido Señor pandereta) apareció en marzo de 1965 como la primera canción del lado acústico de Bringing It All Back Home de Dylan, aquello no se parecía a nada que el mundo hubiera escuchado antes. Un mes después, The Byrds grabaron su propia versión, transformando la poesía onírica de Dylan en un himno resplandeciente. Con sus guitarras de doce cuerdas tintineantes y su percusión brillante, la versión de The Byrds se convirtió en el modelo del folk rock y de lo que luego se conocería como jangle pop —un sonido que fusionó la intimidad lírica del folk con el pulso eléctrico de la nueva era.

Un año antes, The Beatles seguían escribiendo canciones de chico-pierde-chica — I Want to Hold Your Hand, Please Please Me, Can’t Buy Me Love. Hard Rain, Blowin’ in the Wind y The Lonesome Death of Hattie Carroll, de Dylan, cambiaron todo. Hicieron posible que el pop madurara, que las palabras importaran. Sin Dylan no existirían Imagine, Yesterday, ni While My Guitar Gently Weeps.

Dylan empezó a esbozar Mr. Tambourine Man en 1964, durante un viaje a Nueva Orleans para Mardi Gras. Casi se puede escuchar el desfile a lo lejos: el misterioso golpeteo de los tambores, el murmullo jingle-jangle de un payaso andrajoso vestido de monje, el ritmo de una ciudad girando sobre su propio sueño. La canción se mueve como ese desfile: cambiante, hipnótica, llena de rostros entrevistos entre la bruma.

Though you might hear laughing, spinning, swinging madly across the sun,
It’s not aimed at anyone,
It’s just escaping on the run.

La cantó en vivo el 17 de mayo de 1965 en el Royal Festival Hall de Londres. Yo estaba allí —a cuatro meses de cumplir dieciocho, todavía en la escuela, esperando los resultados de mis exámenes y sin tener muy claro en quién se suponía que debía convertirme. Aquella noche me cambió.

Unas semanas después, vi un aviso en un periódico local: “Se busca aprendiz de reportero — Isle of Thanet Gazette.” Me postulé, me contrataron y empecé en agosto de 1965 —la misma semana en que la versión de The Byrds de Mr. Tambourine Man llegó al número 1.

Parecía una señal. Mi propia mañana jingle-jangle había llegado, y he estado siguiendo la canción desde entonces.

Clifford Thurlow Atril press
Clifford Thurlow ha escrito 20 libros, incluyendo dos que figuran entre los 10 más vendidos del Sunday Times. Su nueva novela, "We Shall Pass", es una historia de amor ambientada entre voluntarios británicos de la Brigada Internacional durante la Guerra Civil Española. "Una poderosa advertencia del pasado", escribió Neil Jordan. www.cliffordthurlow.com
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