Gente que Cuenta

En un selfie,
por José Manuel Peláez

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James Ensor,
Autorretrato con máscaras, 1899
Fuente: https://www.wikiart.org/

Me ocurrió hace poco algo que me dejó pensativo. Recibí el selfie de un antiguo compañero de estudio acompañado de su esposa y otras dos parejas conocidas comiendo alegremente en un nuevo restaurant y compitiendo por ver quien mostraba la sonrisa más cautivadora. Comenté lo bien que se veían y me olvidé del tema.

Dos semanas después, me encontré con mi amigo por la calle y apenas le reconocí. Los hombros hundidos y los ojos casi muertos hablaban de un descenso a los infiernos contrastante con aquella maravillosa sonrisa del selfie.

Mi amigo me confesó que unas horas antes de esa reunión se había enterado de que su mujer tenía un “asunto” con uno de los “amigos” que aparecían en la feliz imagen. Aturdido como estaba por la noticia, llegó a la reunión por inercia y también por inercia sonrió al momento de mostrar lo felices que eran. Claro que quince minutos después, no pudo resistir y, con furia arrasadora, encaró a su mujer, a su “amigo” y hasta al dueño del local que no quería seguir perdiendo vajillas y copas.

Le conté esto a Manolo y, mientras seguía hablando con él, se dedicó a rebuscar en su biblioteca.

─ Es importante enseñarte algo, créeme ─, me dijo seleccionando un libro y hojeando sus páginas.

Me tomé la libertad de divagar con aire filosófico acerca de lo que le había contado a Manolo en tanto que él tanteaba ávidamente página tras página. Me pregunté si no vivimos siempre en “pose”, pendientes de un continuo selfie con el que queremos pregonar nuestra felicidad… Bueno, quizás no siempre, pero muchas veces… Y seguramente tampoco nos pasa a todos… aunque creo que sí a demasiados. Claro que habría que preguntarse “¿cuántos son demasiados?” porque es un asunto…

─ ¡Aquí está! ─ gritó un exultante Manolo mientras me ponía frente a los ojos el poema de Bertolt Brecht “La Máscara del mal” que comenzaba así:

“Sobre la máscara de un demonio japonés
vi que estaban hinchadas las venas de la frente…”

En resumen, se trataba de la reflexión de Brecht acerca de lo duro que es sostener una expresión de furia. Terminé de leerlo y sentí lástima por mi amigo “el engañado”. Se lo dije a Manolo y, mientras regresaba el libro a su lugar, me dijo:

      ─ Me pregunto si no será más fácil sostener la máscara de la furia que sostener la máscara de una felicidad que no se siente.

      No supe qué contestar.

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José Manuel Peláez Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas. josemanuel.pelaez@gmail.com

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