El disgusto culinario, por José Manuel Peláez
Rubén es un conocido de Manolo muy pendiente de invitarlo a comer especialidades sicilianas que él, Rubén, tiraniza “como no tienes tú una idea”. Le dije que yo de lo que no tenía idea era de dónde estaba Manolo y mucho menos ponerle en contacto con él. Ante esa dificultad, el hombre, proactivo que le dicen, decidió que el invitado fuera yo, el afortunado.Acepté porque la cocina siciliana siempre me ha parecido maravillosa, pero sobre todo, porque la degustación sería una manera incruenta de vengarme de mi amigo por su sorpresiva e inexplicable desaparición.Llegué a la hora exacta y Rubén me recibió ataviado con una almidonada filipina en cuyo frente izquierdo y en letras grandes se leía “SOY RUBEN Y EL GUSTO ES MÍO”. El asunto no comenzaba con buen pie.El menú, impreso, anunciaba Pasta a ...

