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Como diría Lulucita: “ya no hallan qué inventar”.
Resulta que, en mis vueltas por las redes, me he encontrado varias veces con la novedad de que los chupones para adultos se volvieron tendencia.
Al principio pensé que no valía la pena darle importancia, pero como seguían apareciendo, me puse a averiguar.
Dicen que, además de ser aliados perfectos para dormir, ayudan a reducir el estrés, dan seguridad y, como se decía antes, “calman los nervios”. Incluso aseguran que sirven para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. No es raro entonces que los chinos ya le hayan puesto el ojo al negocio, lo hayan popularizado en TikTok y los vendan en todos los modelos, tamaños y precios imaginables: desde uno hasta setenta dólares. La fiebre ya se extendió a otras redes, y la gente los usa —aunque parezca mentira— sin morirse de la pena.
Los dentistas ya pusieron el grito en el cielo: advierten que su uso prolongado puede desplazar y desalinear los dientes, e incluso ocasionar daños en la mandíbula. Los psicólogos tampoco se quedaron quietos. Unos afirman que su uso es una búsqueda de consuelo que libera endorfinas; otros lo ven como una regresión emocional, insistiendo en que los adultos no deben refugiarse en una infancia perdida, sino enfrentar sus desafíos como lo que son: adultos. Y, de paso, proponen alternativas más saludables para relajarse, como mascar chicle sin azúcar, usar juguetes antiestrés —como la famosa pelotica de goma que se puso de moda hace unos años, ¿se acuerdan? —, practicar técnicas de respiración o hasta yoga.
Total, que la eterna pregunta de hasta qué edad es conveniente que los niños usen chupón ahora se extiende a la edad adulta. Capaz que la respuesta la tengan los papás de los bebés reborn… otra de las fantasías a las que los chinos también le están sacando jugo. Y mucho.
Mi papá hubiera dicho que a esa gente lo que le hace falta es una cesta de ropa sucia y una panela de jabón azul… para que dejen el brinquito.
