
Fuente: https://www.royal-news.org/
Conocí a Grace de Mónaco cuando comencé a leer. Ya ella era princesa serenísima. El encuentro se produjo gracias a las revistas que semanalmente llegaban a casa y que me devoraba con la misma ansiedad que los cuentos que integraban mi biblioteca. Ya más grande y gracias a un álbum de barajitas o de cromos, como le dicen en otras latitudes, descubrí que su título, al igual que Cenicienta, lo había ganado después, gracias al matrimonio, aunque ella poseía todo para serlo: belleza e inteligencia. Supe de su muerte, paseando aquel 14 de septiembre por Roma.
Con el tiempo y por interés personal fui indagando en su vida y según sus biografías pareciera no haber sido tan feliz. Recuerdo a este personaje, quien ha sido una de las novias más bonitas de la realeza, porque en los Apartamentos de Estado del Palacio de Mónaco se presenta la exposición “Grace” #1, que permite redescubrir la personalidad luminosa y multifacética de la princesa Grace.
Según las propias palabras de los voceros del palacio, esta muestra cuenta con una extensión de 90 metros cuadrados, dispuestos en tres salas y la escenografía reproduce un ambiente propio de un santuario protector. Cortinas de terciopelo, iluminación tenue, alfombras en tonos suaves y una delicada fragancia de rosas acompañan el canto ambiental de los pájaros, creando una atmósfera acogedora y poética.
«Grace» #1 se nutre de las colecciones y archivos del Palacio del Príncipe, como fotografías, objetos personales, joyas y accesorios que describen con emoción a la mujer tras el icono: una figura sensible, brillante, valiente y libre.
La exposición se estructura en torno a cuatro temas que reflejan las múltiples facetas de Grace: la joven natural, inmortalizada en las playas de Jamaica; la mujer cotidiana, elegante y discreta; la madre cariñosa y atenta; y, finalmente, la fotógrafa y cineasta aficionada, deseosa de preservar los recuerdos y los momentos más preciados de su vida familiar, al mismo tiempo que se vinculaba con su famoso y exitoso pasado.
Carolina, Alberto y Estefanía, hijos de la princesa, colaboraron en la preparación de la exposición y en la elección de los objetos. Un ambiente envolvente, donde la música y la luz contribuyen a descubrir a una de las mujeres más famosas del siglo XX.
