Gente que Cuenta

Regaños,
por Lucy Gómez

 

reciclaje Atril press
“La señora ojo de águila en cuestión estaba a punto de meter la mano en mi bolsa, cuando a la defensiva le contesté que la mayoría de lo que estaba en la bolsa era papel…”
Fuente:https://www.pexels.com/pt-br

Había salido a botar basura, una actividad física que gracias a nuestra evolución como especie se ha convertido en ejercicio intelectual para algunos, como yo. Me explico.

La clasificación de desperdicios fue un ejercicio íntimo y familiar, mediante el cual uno ordenaba e introducía los tipos de desecho en bolsas de colores en su hogar, sin otra intervención que la de algún familiar, amigo o mascota, un gato en mi caso. No había prácticamente espectadores.

Pero ya no soy vecina de un edificio de más de setenta pisos, con un sistema neumático para deshacerse de desperdicios, es decir, que al abrir un buzón en el pasillo ya me deshacía de ellos. Ahora tengo que ir con mi bolsa a una esquina cercana del pueblo donde están los contenedores que nos tocan, a los que se accede con una tarjeta.

Entre los vecinos que van diariamente a hacer lo que yo, hay de todo. Desde quiénes se enredan al abrir el contenedor y necesitan ayuda porque no saben cómo usar la tarjeta de acceso, hasta los que dan clase a pie del basurero. A mí me tocó ayer un ejemplar de estos últimos.

Yo acababa de llegar y estaba levantando la tapa del contenedor, cuando la que estaba al lado, en el otro, me dijo: ¡Eso no es papel! Es cierto que en la bolsa había algunas conchas de cambur o plátano canario como le dicen aquí, pero unas conchitas de nada.

La señora ojo de águila en cuestión estaba a punto de meter la mano en mi bolsa, cuando a la defensiva le contesté que la mayoría de lo que estaba en la bolsa era papel. Craso error. Durante más de cinco minutos me estuvo hablando del asunto y me dijo que es verdad que uno estaba tentado a acabar de una vez con una sola bolsa de botar las cosas, pero que había que educarse, etc.

Como cuando me fastidio me pongo cortante, terminé de echar mis desechos, se cerró el contenedor y le contesté:

“¡Buenas tardes, señora, gracias por la información!” y me fui.

Que dé gracias a que no me puse caraqueña y no le dije más nada. No sé si solo quería entablar conversación, si es parte de un grupo anti contaminación o qué. Pero como en parte tenía razón, ahora miro dos veces los desperdicios antes de botarlos, al igual que la calle, para evitar mugre mal clasificada, comentarios indeseados, concientización no requerida y otras zarandajas.

Lucy Gómez
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años. es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores. lucygomezpontiluis@gmail.com
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