Gente que Cuenta

Te cuento que…
por Suzan Matteo 21/9

Alan Turing 1912 1954 Atril press
Alan Turing (1912-1954)
Fuente: https://commons.wikimedia.org/

A ver: hablar de Alan Turing en pocas palabras es casi imposible. ¡El tipo era un genio! Pero bueno, voy a intentar contarles algo para que se piquen y quieran saber más.

Nació en Londres en 1912, pasó su infancia en la India y, cuando volvió a Inglaterra, justo el día que empezaba el colegio, hubo una huelga de transporte. ¿La excusa perfecta para faltar? ¡Ni hablar! Agarró su bici y pedaleó casi cien kilómetros, durmió en una posada y al día siguiente siguió. Los diarios lo nombraron como un portento de resistencia. ¡Nadie sabía que ese chico iba a cambiar hasta el curso de una guerra!

De adolescente se enamoró de Christopher Morcom, y su muerte lo dejó devastado; perdió la fe y se volvió ateo, aunque siguió creyendo que el alma vive después de la muerte.

Corría maratones, casi llega a las Olimpíadas, pero un problema de cadera se lo impidió. Era bastante peculiar: ataba su taza al radiador con una cadena, se ponía el pijama debajo del abrigo y, en primavera, usaba máscara antigás por la alergia. No se sabe qué es verdad y qué es mentira, pero Turing siempre fue así. Algunos creen que tenía Asperger, pero es complicado saberlo a estas alturas.

Se enfrentó a Enigma, una máquina nazi que parecía indescifrable, y a base de lógica la venció. Su amiga Joan Clarke, criptóloga brillante, lo acompañó en la tarea. Le pidió matrimonio y luego reculó por su orientación sexual, aunque siguieron siendo amigos hasta su muerte.

Acortó la guerra en años, salvó millones de vidas y diseñó las primeras computadoras. Y aún tuvo tiempo de dejar la célebre pregunta: ¿puede una máquina pensar como un hombre? ¡Cómo gozaría si viviera ahora con la inteligencia artificial!

Por ser gay, tuvo que escoger entre ir a la cárcel o que lo castraran químicamente. Eligió lo segundo. Dos años después lo encontraron muerto con una manzana mordida envenenada. Si fue suicidio, accidente o lo asesinaron, no importa: lo que importa es la injusticia. Años después ¡en 2013!, la reina lo «indultó» …

Demasiado tarde. Porque Turing ya tenía el perdón de lo más importante: la Historia.

Suzan Matteo Atril press
Suzan Sezille de Matteo es caraqueña, cosecha del 52; ingeniero industrial aplicada al área social; esposa, madre de dos, que ahora abuelea y escribe desde Inglaterra. suzansezille@gmail.com IG @tomadodeaquiydealla

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