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TOC, por Getulio Bastardo

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“Para aliviar esa tensión, el individuo se ve obligado a realizar una acción o serie de acciones —habitualmente repetitivas, estereotipadas y ritualizadas— que constituyen la parte compulsiva del trastorno….”
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Continuando con el pensamiento, ahora vamos a referirnos al Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

Esta patología se configura por la presencia de dos componentes fundamentales: uno mental y otro conductual.

El componente mental corresponde a una idea fija, reiterativa, intrusiva e involuntaria que se instala en la mente del individuo sin que este pueda descartarla, por más que lo intente. Esta es la parte obsesiva.

Dicha idea, que suele ser absurda o irracional incluso para el propio paciente, le genera una intensa ansiedad, angustia o malestar. Para aliviar esa tensión, el individuo se ve obligado a realizar una acción o serie de acciones —habitualmente repetitivas, estereotipadas y ritualizadas— que constituyen la parte compulsiva del trastorno.

Cualquiera de nosotros, en algún momento, puede tener la sensación de tener las manos sucias y va al baño a lavárselas; tras eso, la sensación desaparece. Pero en el caso del portador del TOC, la idea de estar sucio o contaminado no se disipa con el lavado: persiste, se intensifica o regresa de inmediato, lo que lo lleva a lavarse las manos de forma reiterada, a veces durante horas, o a evitar tocar objetos como picaportes sin algún tipo de protección.

Algunos pacientes llegan a bañarse seis o más veces al día, pasando largos periodos en el baño enjabonándose y frotándose, sin lograr sentirse verdaderamente limpios.

Las obsesiones no se limitan solo a temas de limpieza. Hay casos en los que predominan contenidos religiosos, como el temor a blasfemar, pecar u ofender a Dios. En estos casos, el individuo siente la necesidad de rezar, persignarse o repetir determinadas frases de forma compulsiva ante situaciones cotidianas, como una manera de neutralizar el mal o protegerse de algún castigo divino.

El paciente con TOC sufre profundamente, no solo por la angustia que le provocan las ideas obsesivas, sino también por la vergüenza, el agotamiento físico y la incomprensión del entorno. Sabe, en la mayoría de los casos, que sus pensamientos son irracionales, que la mayoría de las personas no actúa de ese modo, y por ello muchos buscan ayuda profesional.

Sin embargo, existen casos más graves y resistentes al tratamiento, especialmente cuando el trastorno está acompañado de creencias místico-religiosas rígidas o delirantes. En estos casos, el paciente puede negar su enfermedad…

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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