Audaces,
por Getulio Bastardo
No habíamos cumplido diez años, la verdad éramos niños inocentes y voluntariosos si no, no hubiera ocurrido.Orlando mi amigo era de la otra costa, de Punta Araya y sus padres tenían una pulpería en el lugar.Nos conocimos en la escuela y éramos, como decía mi abuela, “uña y carne”. Nos gustaba ir a la playa a bañarnos y sacar chipichipis.Un viernes me invitó Orlando a visitar a sus padres, pero antes había que comprar algunas cosas para el negocio de abarrotes que tenían allá.El viaje tenía que ser por mar, en “tapaíto”, que son pequeñas embarcaciones medio cubiertas con un techo de lona.Llegamos al muelle a abordar nuestro “tapaíto” al final de la tarde; nos tocó el último en salir, con el sol de poniente anaranjado de luz crepuscular tenue y el mar picado. Después de za...