Gente que Cuenta

Umami,
por Alfredo Behrens

Umami Atril press
“En Asia Oriental, el umami reina supremo: el glutamato presente en el dashi japonés, la salsa de soja y las algas kombu forma la columna vertebral de estas cocinas…”
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        Tradicionalmente, consideramos cuatro sabores: dulce, salado, amargo y ácido. A estos, podríamos agregar un quinto: el umami. 

Lo que más me interesa es la distribución geográfica de las preferencias por estos sabores, porque revela una fascinante interacción entre biología, cultura y ambiente.

En Asia Oriental, el umami reina supremo: el glutamato presente en el dashi japonés, la salsa de soja y las algas kombu forma la columna vertebral de estas cocinas. Esta preferencia no es casual; sociedades agrícolas milenarias descubrieron que la fermentación intensificaba este sabor carnoso y satisfactorio.

El dulce seduce universalmente por razones evolutivas, señalando alimentos ricos en energía. Sin embargo, su expresión varía dramáticamente: mientras los postres portugueses alcanzan niveles de dulzor que parecen excesivos a paladares transibéricos, en el Medio Oriente los dulces con miel y dátiles representan hospitalidad ancestral.

El amargo muestra el contraste más pronunciado. Los europeos, especialmente italianos con su amor por los aperitivos amargos, cultivaron esta preferencia que muchas otras culturas rechazan instintivamente. El amargo señala toxinas potenciales, pero también compuestos medicinales: el café y el té conquistaron el mundo precisamente por este perfil.

El salado mantiene una presencia constante pero modulada: las cocinas costeras lo abrazan naturalmente, mientras que las regiones interiores históricamente lo consideraban un lujo precioso. El ácido, vibrante en los ceviches latinoamericanos y las ensaladas del sudeste asiático, refleja climas cálidos donde la acidez preserva y refresca simultáneamente.

Imagina a Marco, criado en una trattoria familiar en Umbría, donde cada comida comenzaba con un amaro digestivo y las ensaladas llevaban hojas de radicchio tan amargas que arrugaban la cara de los turistas.

Una oportunidad laboral lo llevó a Guangzhou, al corazón de la cocina cantonesa. La ironía se reveló meses después cuando finalmente encontró un restaurante italiano en la ciudad. Pidió con nostalgia su amada puntarelle con anchoas. Su colega china, la señora Chen, probó educadamente un bocado y su rostro pasó por una comedia de microexpresiones: sorpresa, confusión, y finalmente un esfuerzo heroico por no escupir. “¿Pero esto está dañado?”, preguntó preocupada, interpretando lo amargo como deterioro, como algo que ninguna persona en su sano juicio consumiría voluntariamente.

Ambos se miraron, comprendiendo súbitamente que sus paladares hablaban idiomas completamente diferentes, cada uno condicionado por generaciones de cocina ancestral que definió qué significaba “delicioso”.

Alfredo Behrens Atril press
Alfredo Behrens es PhD por la Universidad de Cambridge, ha sido profesor de Liderazgo para grandes escuelas de negocios y publicó o fue premiado por las universidades de Harvard, Princeton y Stanford. Tiene cuatro hijas, y con su mujer Luli Delgado vive en Oporto, Portugal, desde 2018. Algunos de sus libros pueden ser comprados a través de Amazon. alfredobehrens@gmail.com
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