Gente que Cuenta

Te cuento que…
por Suzan Matteo

Nellie Adamyan Atril press
“… el asunto empezó cuando el azúcar, al calentarse y girar muy rápido, se convirtió en un hilo dulce casi invisible…”
Fotografía: Nellie Adamyan
Fuente: https://unsplash.com/

Hoy es el Día Mundial del Algodón de azúcar, una creación totalmente innecesaria que nos recuerda, por un lado, que el ser humano mantiene intacta la capacidad de inventar tonterías maravillosas y por el otro, que podemos ser como niños anhelando algo especial.

Y no creas que fue idea de un repostero. ¡No! Resulta que fue un dentista estadounidense, William Morrison, un señor que se preocupaba mucho por los dientes, pero un día decidió hacer negocio. Hay que reconocer que era un genio: primero te vende el dulce y luego te arregla la dentadura. ¡Toda una visión empresarial!

Se dice que el asunto empezó cuando el azúcar, al calentarse y girar muy rápido, se convirtió en un hilo dulce casi invisible. Me lo imagino abriendo la máquina (como aquel personaje del inventor loco que ahora no recuerdo de qué comiquita es) viendo cómo su consultorio se llenaba de «nieve» de caramelo. En 1897, él y un confitero lo registraron como «Fairy Floss», «hilo de hada», que suena lindo, aunque a veces parece la barba de San Nicolás despeinada.

Desde entonces, toda feria o fiesta infantil que valga la pena tiene este dulce raro: una bola brillante en un palo, que promete azúcar que se derrite al instante. Más que comida, es aire con ínfulas de quién sabe qué. Un simple truco que se deshace en los dedos antes de llegar a la boca.

Lo chistoso es que el algodón de azúcar no deja a nadie indiferente. O te encanta o te cansa muchísimo. Pero hasta los que lo critican saben que probarlo es como volver a ser niño por un momento, un gusto que alegra el día. Porque aunque la vida a veces sea dura, está bien recordar que también puede ser dulce como una nube.

Los adultos no compramos azúcar, ¡compramos recuerdos! La risa de antes, la mano pegajosa, esa idea de que algo fácil puede darnos felicidad. El algodón de azúcar es raro y genial a la vez. Una lección con sabor a caramelo: todo lo bueno pasa rápido, como un dulce fantasma que desaparece sin avisar.

Así que, la próxima vez que pases por una feria (seguro que en estas fechas las habrá por montones) no lo pienses. ¡Cómprate uno! No te compliques, no tengas remordimientos y solo disfrútalo. Cuando no quede nada más que el palo y un poquito de sabor dulce en la boca, sonríe. Acabas de saborear una verdad incuestionable: lo bueno, casi siempre, dura poquísimo. Y precisamente por eso hay que aprovecharlo.

Suzan Matteo Atril press
Suzan Sezille de Matteo es caraqueña, cosecha del 52; ingeniero industrial aplicada al área social; esposa, madre de dos, que ahora abuelea y escribe desde Inglaterra. suzansezille@gmail.com IG @tomadodeaquiydealla

Compartir en

    ¡Suscríbete a nuestro Newsletter!