Y entonces, un día, me volví a enamorar.
Esta es una historia de verdad y lucha, escrita en el destino por dos almas heridas que una vez se encontraron buscando paz y esperanza. Temía la novedad, y sé que él también la temía. Habíamos vivido el dolor, tal vez incluso la violencia y el miedo; ¡quién lo hubiese dicho!
Para salvarme me encerré en una coraza protectora, sin permitir que nadie se me acercara. Viví con la sensación de seguridad al estar sola. Se habían acabado los gritos, las maldiciones, el sexo forzado, las discusiones interminables y la condescendencia miserable. Solo paz, mis libros, mis escritos. Me quedé quieta, un cuerpo sin dolor, una mente liberada que empezaba a relajarse.
Había también pesadillas. El pasado perseguiría mis noches mientras mis días seguían, alternando entre lágrimas inesperadas y sonrisas al azar. Y trabajo, por supuesto. Pero estaba sola, segura, sabiendo que lo peor había pasado y que la vida eventualmente se reiniciaría, aunque pasaba el tiempo y quién sabe un nuevo amor llegase demasiado tarde.
Y, sin embargo, un día, lo hizo.
Su mirada me atrapó con fuerza, me rendí a sus ojos brillantes, llenos de vida y de promesas. Irresistible y amable. Persuasivo y cariñoso. Honesto y sano.
Este es el comienzo de una historia de entrañamiento. Aún desconozco en quién me convertiré. Les iré informando sobre episodios de alegría y felicidad como nunca pensé que protagonizaría algún día. Episodios que parecerán recuerdos inverosímiles cada vez que la duda se instale cruelmente dentro de un malentendido.
También, habrá episodios de innegable esperanza, que iluminarán para siempre los años venideros. Como aquella vez en la que nos bañamos juntos mientras Moustaki tocaba al fondo en una encantadora habitación de hotel en algún lugar del sur de España. El sopor de la música francesa amorosa, el agua tibia relajante, un par de manos espumosas. Fue un abrazo amoroso, lo sé.
Vendrán más historias de amor y esperanza, por el bien de todos.
Luísa Magalhães es profesora en área de la comunicación en la Universidad Católica Portuguesa y tiene tres hijos fantásticos. Le gustan los juguetes y la televisión, los leones, los gatos, los coches rojos y las rosas amarillas. Tiene amigos en todo el mundo, pero vive en Braga, en el norte de Portugal. Su perfume favorito es L’air du temps, de Nina Ricci. Viaja en el tiempo y así seguirá siendo.