
Desde su posición podía ver todas las estrellas que abarcaba la visibilidad que le permitía la navegación. Estaba echado en el fondo de la nave y desde allí podía ver hacia el sureste una estrella blanca amarillenta muy brillante que se encuentra en la constelación de Carina y se llama Canopus; otra estrella que se ve muy bien es Achernar, que es la más brillante de la constelación Eridanus.
La nave se dirigía al este y su visibilidad del sureste era muy amplia. Así, pudo ver a una estrella azulada, es Rigel, la estrella más brillante de la constelación Orión. También se puede ver Betelgeuse en la misma constelación Orión.
En la constelación Canis Major se observa la estrella Sirio, la más brillante de ese cielo nocturno tropical del oriente, es una estrella blanquecina.
Su abuelo es un autodidacta en astronomía y hasta un telescopio había instalado en la azotea de su casa para divertirse él y su nieto, señalando y reconociendo estrellas.
No vivían en la ciudad, sino en un pequeño caserío a orillas del mar con muy poca luz eléctrica. Apenas algunas luminarias amarillentas que parecían cocuyos en medio de la noche profusamente estrellada.
El abuelo era un gran lector, pero él prefería comenzar los domingos leyendo las comiquitas del periódico.
Su ruta en ese viaje era dirigirse a la galaxia Central, sede del gobierno galáctico donde el emperador gobernaba todo el universo.
Su misión, aprovechando la cola que le daba su amigo Mandrake, era entrevistarse con el emperador Magnon y diseñar un plan que le permitiera arreglar los problemas de la tierra. La nave, tripulada por cuatro astronautas, estaba pilotada por Roldán, conocido como El temerario. A su lado iba el jefe de la misión, Mandrake, también conocido como El mago. Los otros dos ocupantes eran nuestro héroe y el guardaespaldas de Mandrake, Lotario.
A mitad del camino, cuando ya habían avistado todas las estrellas reconocidas y se dirigían a la primera estación intergaláctica, se escuchó una gran explosión y la nave se detuvo. Había explotado un caucho del camión donde a él le habían acomodado un lecho en la plataforma para que pudiera dormir el tiempo que duraba ese viaje desde el pueblo a la hacienda de cañas y cocoteros, mar y ríos donde iba a pasar vacaciones.

Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx
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