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Dicen que en la vida todo extremo es malo, y que hay que aprender a actuar con moderación, buscando el equilibrio y ubicándose en el punto medio de las cosas. Por ejemplo, esto se puede aplicar al hablar: no excederse en la verborrea, ni quedarse mudo, sino saber decir la palabra justa en el momento preciso y después callar.
Con comer: ni mucho, ni poco, sino lo que el cuerpo necesita de acuerdo con el gasto calórico de la persona. Esto ayudaría, a su vez, a mantener el peso, ubicándose el IMC en el medio exacto, que según los entendidos debe ser de 25.
Tampoco debemos dormir demasiado o muy poco, no debemos ejercitar en exceso ni dejar de hacerlo… Y un largo etcétera. Pero yo diría que esta es una verdad a medias, y que hay que poner un “casi” en casi todo, según sea la circunstancia.
Un corredor de fondo, por ejemplo, debe ser extremadamente flaco, pues la ligereza de su peso es lo que lo ayuda a mantener un ritmo constante en una larga distancia. En cambio un lanzador de bala o levantador de pesas, suele estar muy por encima de la media. Así como los luchadores de sumo. También lo están la mayoría de jugadores de rugby.
En cuanto a dietas, en algunos casos se recomienda el ayuno o el ayuno intermitente, por cuestiones de salud. Pero en deportistas de alto nivel y en épocas de competencia la dieta se va al otro extremo. Dicen que el nadador y varias veces medallista olímpico Michael Phelps, cuando se preparaba para una olimpiada, podía almorzar medio kilo de pasta, sándwiches con jamón, queso y huevo; y para la cena, otro medio kilo de pasta, una pizza grande… hasta completar 12000 calorías en un solo día.
Si se refiere a hablar, hay ocasiones en que lo que corresponde es irse al extremo del silencio. Es lo que debe hacer una persona a quien apresan, según se cuenta en las películas y series policiales. Pero, en medio de una clase, yo debo hablar más de la cuenta, y no guardar nada, sino decirlo todo, decir lo que sé, por el bien de mis estudiantes. Con la pareja, bueno, no se sabe… Mejor pasemos a otro asunto, que es la conclusión.
Entonces, si uno piensa que es difícil encontrar el punto medio en las cosas y mantener la mesura, pues más difícil es entender que a veces debemos desequilibrarnos para poder conservar el equilibrio. Yo ando justo en estas y ya no digo ni lo que sé.
