
Mariposas y crisálidas,
Fuente: https://www.meisterdrucke.ie/
Hay momentos que, si pudiéramos, nunca habríamos vivido. Hay otros que por voluntad propia nos gustaría recomponer para que el recuerdo que guardamos de ellos fuera siempre agradable a nuestros sentidos. Como la crisálida, confiada en la delicadeza de su colorido, espera poder aturdir al sol y escuchar el breve gemido de la flor, hay momentos en los que nos gustaría derribar los muros donde encarcelamos nuestra imaginación para poder alcanzar por fin la otra orilla del río, ser llevados hasta el mar, ese innombrable infinito, donde nos espera la incertidumbre que lo es todo. Esos son esos momentos que aplazamos para mañana, o quizás para ese pasado mañana, que sabemos que siempre es mañana, y que dejan en nosotros la tediosa sensación de ser verdaderamente lo que valía la pena.