Sobre Pequeños cambios II de Áxel Capriles
Hola. me enviaron tu artículo “pequeños cambios.” Ese sexagenario atropellado me recordó una llamada bravísima de mi papá, con 65 años, ¡¡quejándose de ese insulto de que lo tildaran como un viejo decrépito!! Cuando aún él se sentía capaz de hacer cosas. Un abrazo.
Raquel Topel
Coro de Egaña Cabeza de Vaca
Sobre El último capítulo, de Alfredo Behrens
Me encantan los artículos de Alfredo y desearía que no fueran tan breves. Tiene una manera fantástica de sumergir al lector en su narrativa, dejándome con ganas de más. Siempre deseo que el artículo se expanda hasta convertirse en un ensayo, y el ensayo en una novela. Me encantó su artículo “El último capítulo”, que me hizo reflexionar sobre lo siguiente: Relacionarse con la historia es crucial porque nos ancla en una experiencia humana compartida, permitiéndonos conectarnos a través del tiempo y el espacio. Sin embargo, a menudo idealizamos el pasado y el futuro, proyectando sobre ellos una conciencia colectiva que trasciende los hechos materiales. Esta conciencia compartida eleva la historia a algo más que un registro de eventos: se convierte en un ámbito donde la narración y la imaginación se entrelazan con la verdad. La historia de Pompeya ejemplifica esto: la evidencia de ADN revela que las personas encontradas abrazándose en las cenizas no estaban relacionadas biológicamente, lo que desafía las narrativas romantizadas. Algunos especulan que los movimientos posteriores de cuerpos en el siglo XVII dieron forma a estas interpretaciones, revelando cuánto nuestra necesidad de significado influye en nuestra visión del pasado. Aun así, el “espíritu de la antigüedad” sigue vivo, no solo a través de la evidencia física, sino también a través de los mitos y las historias que creamos. Esta interacción entre hechos e imaginación resalta la naturaleza atemporal e interdimensional de una conciencia compartida que nos vincula a la historia como algo más que un recuerdo: se convierte en un reflejo de nuestro yo colectivo.
Ceci Ponce
Alfredo, qué maravilha o seu texto. Cheio de reflexões e provocações que me levou a pensar no meu cotidiano e as inúmeras justificativas para dar sentido as tragédias que nos surgem. Lindo texto.
Raquel D’Ávila