
Retrato de Luis XIV, rey de Francia, 1701
Conocido como el “Rey Sol”, acuñó la famosa frase “L’État, c’est moi” (El Estado soy yo), que resume su visión absolutista del poder. Se consideraba la personificación del Estado y del poder divino, y su reinado se caracterizó por una ostentación y un culto a la personalidad sin precedentes.
Fuente: https://www.wikiart.org/
Comencemos por definir qué es un delirio. Se trata de un trastorno del pensamiento: una idea, a veces muy elaborada y aparentemente creíble, que no se ajusta a la realidad.
Para que una idea se considere delirante, debe cumplir ciertos requisitos. En primer lugar, debe ser falsa, es decir, no corresponder a los hechos. En segundo lugar, debe ser resistente a la argumentación lógica. ¿Por qué ocurre esto? Porque la persona que la sostiene está absolutamente convencida de que su idea es verdadera. Para ella, todos los demás están equivocados; solo ella tiene razón.
Existen muchos tipos de ideas delirantes. Algunos ejemplos comunes incluyen el delirio celotípico, como el de un anciano de 85 años que cela obsesivamente a su esposa con el vecino de 25, o el de una señora mayor que cree firmemente que su yerno le esconde objetos o le traspapela documentos. Esto es paranoia.
Los delirios de referencia —cuando la persona cree que los demás la observan, murmuran o hablan de ella al pasar por la calle— son muy frecuentes entre los jóvenes que están comenzando un episodio psicótico.
Cada persona construye su delirio en función de sus conocimientos, vivencias y entorno cultural. Por ejemplo, entre los campesinos es común encontrar delirios de tipo místico-religioso: se sienten perseguidos por demonios, espíritus o personas que quieren hacerles daño, o creen que Dios o la Virgen les han otorgado poderes especiales para salvar al mundo. Delirio megalómano.
El delirio nihilista, caracterizado por la creencia falsa de que uno mismo, partes del cuerpo, otras personas, el mundo o incluso la realidad entera no existen.
Cuanto mayor es el nivel de información y cultura, más complejos y sistematizados suelen ser los delirios. Las personas con mayor capacidad intelectual pueden desarrollar construcciones delirantes que parecen verdaderos guiones de películas de suspenso, elaborados y coherentes dentro de su lógica interna.
Uno de los tipos de delirio que más me ha llamado la atención es el delirio místico-religioso de algunos predicadores callejeros. Son personas que se ubican en una esquina, Biblia en mano, y pasan horas invocando palabras sagradas. He conocido tanto católicos como protestantes con este perfil.
En algunos casos, hay personas con creencias religiosas tan intensas que rozan el fanatismo. Ese fanatismo, llevado al extremo, puede ser el umbral que antecede al delirio.
