Los huesos dan trabajo. No sólo cuando cambia el clima. Disponer de ellos también da problemas. Fíjese si no la locura en torno del cuerpo de Evita Perón. Se lo llevaron de aquí para allá y hasta se dijo que había muerto quien sabía dónde la habían escondido. Pero Evita no fue la única. De Napoleón se dice que quien está en el ataúd expuesto con todas las pompas en París, no es él sino su mayordomo, y que los huesos de Napoleón mismo están en Inglaterra. Ahorita, de una iglesia en Ucrania, los rusos se robaron los huesos de Potemkin, aquel del acorazado. Si traerán problema los huesos, que al Bin Laden los americanos le tomaron las impresiones digitales en el avión que volvía a los EUA y de ahí mismo lo tiraron al mar.
Pero ese trajinar de huesos es cosa tan grande que hasta abrieron una empresa de nombre Carretosso. Mediante un App encriptado te ofrecen llevar huesos de un lugar a otro sin preguntar sobre su procedencia. Sigilo absoluto. Te dan un e-voucher por los huesos que recogen y mientras pagues por mes con criptomonedas, te garantizan que cumplirán con tus instrucciones sobre lo que hacer con ellos. Dicen tener una red de depósitos en Europa y más de cien camionetas para acarrear con los huesos. Les va bien. Recientemente hicieron un lanzamiento de acciones en bolsa. Les podría haber ido mejor de no ser por un accidente que les trajo mala publicidad. Se filtró que una de las camionetas de Carretosso volcó en la Transilvania y desparramó huesos por la carretera. Los periódicos locales publicaron fotos de niños sentados en la carretera montando esqueletos como si estuvieran jugando al Lego. Pero resulta que a los niños les sobraban huesos de un tipo y les faltaban de otro. Parece que ese hueserío era de varias personas diferentes. ¡Siendo Transilvania, vaya Ud. a saber que saldrá de la mezcla de los huesos de Napoleón y Potemkin!
Algunos de sus libros están a disposición en Amazon
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