Gente que Cuenta

Garciamarqueanos,
por Victorino Muñoz

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Henri Rousseau,
Mandril en la selva, 1909
Fuente: https://www.wikiart.org/

Quienes hemos leído, releído y disfrutado la obra del gran colombiano, premio Nobel de literatura y orgullo latinoamericano, podemos distinguir algunos rasgos de la escritura de Gabriel García Márquez, que constituyen su sello distintivo, el signo de identidad de su estilo.

Aparte de la presencia del realismo mágico, muchos aseguran que el más sobresaliente es la exageración o hipérbole, como también se le llama, la cual se observa a menudo en su adjetivación. Veamos:

  • En Cien años de soledad, se dice que José Arcadio Buendía conservaba su fuerza descomunal, que le permitía derribar un caballo agarrándolo de las orejas;
  • También en Cien años… se cuenta el reto de dos personajes: “se bebió cada uno el jugo de cincuenta naranjas, ocho litros de café y treinta huevos crudos”;
  • En Macondo llovió durante cuatro años, once meses y dos días;
  • En La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (ya hasta el título es exagerado) se lee que la abuela se sentó en un sillín que resultaba estrecho para sus nalgas siderales.

En la vida cotidiana, yo me he encontrado con muchas personas que, sin ser escritores, usan y abusan de este recurso de la hipérbole. Si alguien arrojó una bolsa con desechos en la esquina, dicen que hay una montaña de basura; cuando los pica un mosquito o zancudo, aseguran que los benditos insectos son enormes como unas inyectadoras con alas.

He escuchado a personas cercanas decir que había tal cantidad de recursos en una época, que “la gente tenía plata hasta para arrojar para el techo”, cosa que amén de exagerada me parece bastante tonta, cuando no absurda, y en lugar de subrayar la abundancia, subraya la estulticia.

Yo los llamo los garciamarqueanos, pues parecieran discípulos del genial Gabo. Aunque muchos no lo habrán leído. Tal vez sea este es un rasgo comunicacional de nuestra cultura latinoamericana, que no puede hablar sin exagerar.

A veces resulta pintoresco, pero a menudo es cansón, porque es incierto e impreciso lo que dicen. Imagínense preguntar cómo se hace para llegar a un pueblo que queda lejos y que te digan que tienes que rodar años y años, tal vez la vida entera.

Pues, no me ayuda usted para nada. Cuando alguien se pone con esas yo le digo: “mire, déjese de realismos mágicos y hábleme de metros o kilómetros, porque eso sí lo entiendo, y déjele las exageraciones a García Márquez, que era el gran maestro”.

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Victorino Muñoz valenciano, autor de "Olímpicos e integrados", ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y "Página Roja", publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017. rvictorino27@hotmail.com Twitter:@soyvictorinox Foto Geczain Tovar
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