No es que me quiera meter a especialista, porque a estas alturas ya se sabe que uno no va a ser especialista en nada, pero sí por lo menos no quedar tan a la deriva en estos asuntos.
Me refiero a la fulana inteligencia artificial, el nuevo Coco, como les decía el otro día, pero si no le prendes la luz termina siendo peor.
Hace poco encontré un curso gratuito y resolví meterme. Muy bien. Empezó con una presentación de blablablá puro, pero después había un enlace para acceder en inglés a una explicación de lo que es Gemini.
El texto estaba en la pantalla para que en modo karaoke uno fuera leyendo a medida que el locutor iba contando. No era muy largo la verdad. Unos ocho párrafos, pero a medida que el tipo leía y yo seguía el texto, la sensación fue que iba descendiendo en barrena directo hacia los valores negativos de la matemáticas, que dicho sea de paso, tampoco son mi fuerte. Empecé por menos uno, pero en el párrafo final ya iba por menos ocho más o menos, incapaz de repetir lo que acababa de oír, lo cual, según los expertos, es la mejor forma de demostrar que entendiste.
Pero bueno, después había más acceso para más capítulos y resolví seguir adelante. Ahora puedo decir no sin orgullo que ya terminé el dos. No sé cuántos quedan, pero pienso que voy a seguir insistiendo. Es que para quien nació con la tele en blanco y negro y escribía en pizarrones de tiza, las cosas han avanzado mucho más rápido de nuestras capacidades. Bueno, digo nuestras para no salir movida en la foto, porque la verdad es mía, que si te pones a ver hay gente de mi edad que está super al tanto. Prometo que, aunque sea por terca algo me entra. Como antes, ¿se acuerdan?, que la gente decía que la letra entraba con sangre. ¡Uy!