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Los lirios de día se llaman así por el tiempo que duran sus flores. Una vez marchitas son reemplazadas en veinticuatro horas por otras en el mismo tallo.
Cada planta produce una gran cantidad de capullos que se van abriendo durante los meses de más calor. Si les quitas las flores viejas, cortando los tallos pasados desde la base y dándole siempre sus seis horas de luz solar, obtendrás además mucha más floración de todos los colores: blanco, naranja, amarillo, rojo, rosa, morado y en diseños distintos: pétalos lisos o rizados, dibujos diversos, formas redondeadas o alargadas que se multiplican dividiendo la raíz.
Para hacerlo, desentierras la planta y limpias la tierra. Notarás que hay grupos de raíces, que forman varios macizos, de donde salen los tallos. Simplemente se separa cada grupo y se siembra en macetas diferentes.
Aunque son originarias del Lejano Oriente: Japón, Siberia, Corea y China, se han hecho populares en Europa y América. La palabra Hemerocallis viene del griego y significa día y belleza.
En español, de acuerdo con el país, se le conoce como lirio japonés, lirio de la mañana, lirio de San Juan, azucena amarilla o azucena turca.
Me gustan por lo resistentes: son ideales para los jardines de quienes comienzan y desean un espacio colorido, lleno de plantas que no requieran de mucho tiempo y preocupación. La única prevención que hay que tener con ellas es mantener alejados a los gatos, porque si mastican las flores pueden intoxicarse.
Como todas las plantas, los lirios de un día también necesitan comer. Así que, además de regarlas, necesitan que el suelo donde viven tenga una capa gruesa, de compost o humus de lombriz.
Si compras la planta ya crecida, recuerda que el hoyo donde va debe poder contener las raíces con comodidad. Después, más que preocupación, es puro disfrute…

es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com