En una canción de Silvio Rodríguez se cuenta una fábula de tres hermanos (ese es el título, de hecho). Uno de ellos iba atento al camino, pero olvidaba ver hacia la meta y, según el cuento, el cuello ya no se le enderezó, de tanto mirar hacia abajo. Tal vez terminaría también un poco jorobado.
El segundo veía solo la meta, pero olvidaba lo más inmediato; razón por la cual siempre caía en un hueco o tropezaba con la misma piedra o con otra igual, que para efectos de las consecuencias viene a ser lo mismo.
Y el último veía alternativamente al frente y abajo, al frente y abajo… y caminó más que los anteriores; pero tampoco llegó a dónde iba, al parecer, ya que al final “su mirada estaba extraviada” entre una y otra cosa.
Entonces, de acuerdo con la canción de Silvio, como que no tenemos muchas alternativas en esta vida: nos caemos, nos da tortícolis o nos volvemos locos. Y eso que el cantautor cubano olvidó mencionar otros tres hermanos, los cuales serían:
El que mira atrás, es decir, al pasado, recordando los buenos tiempos, la infancia o la juventud perdida. Estos son los nostálgicos, los viejos, los que tienen delirio de persecución o han caído en una mala racha en el presente.
El que no mira sino hacia arriba, hacia el cielo o hacia el mundo espiritual, lo cual en algunas religiones está ubicado en el mismo lugar. También es posible que se trate de un niño al que se le perdió un globo o una persona fanática de los aviones o los platillos voladores, porque hay de todo en esta viña.
Y, por último, está el que no mira ni arriba ni abajo ni atrás ni al frente, sino más bien como hacia adentro. Este es a menudo el creador, el que piensa en lo que escribe o lo que va a dibujar o componer o fabricar, según sea poeta, pintor, músico o inventor.
Claro que este último hermano, el loco o la loca de la casa según Santa Teresa de Jesús, también puede mirar atrás, recordando algo sobre lo que quiere escribir, o hacia arriba, buscando inspiración, o hacia el frente, pensando en la fama que anhela y que para algunos no ha de llegar sino después.
Posiblemente, de estos últimos y de los tres primeros hermanos, todos tengamos un poco. Vaya uno a saber. Habría que preguntarle a Silvio, a ver si se acuerda de lo que quiso decir con la canción; y también preguntarle al que escribe esta nota, aunque ya se me terminó el espacio y les dejó la respuesta para otra vez. Feliz domingo.