“La mente que se abre a una nueva idea nunca volverá a su tamaño natural”.
-Alberto Einstein.
En Brasil, los últimos meses del año suelen ser tensos para los candidatos al examen de acceso a la universidad. Es momento de poner en práctica lo estudiado a lo largo del año, y competir por ese lugar tan esperado en la universidad pública.
Algunos de estos estudiantes (“sin luz”, según un viejo amigo profesor), solo tienen este camino para continuar sus estudios superiores y dignificar una vida que les parece tan crudamente real.
La presión y el miedo a fracasar, una vez más o por primera vez, junto con el sueño de un futuro mejor, ocupan el pensamiento de estos jóvenes.
El caso es que cuando nos planteamos un camino y abrimos la mente a un propósito, aunque no logremos el resultado esperado, ¡algo en nosotros ya ha cambiado para siempre!
Recuerdo claramente la tarde que llegué a casa y encontré a mi madre eufórica por haber conseguido su primer trabajo como maestra de preescolar. No pude contenerme, las lágrimas simplemente brotaron de mí. Su historia hasta ahora es de gran superación, pero eso será para otro día.
Hice la primera prueba, difícil, pero tampoco me rendiré.
Le daré a la niña que llevo dentro el final feliz que se merece.