Fotografía: Áxel Capriles
El sentido de pertenencia, familiar, histórico, nacional, es un soporte primordial de la identidad personal. En el África ecuatorial, en Gabón, ese sentimiento se potencia por medio de un ritual, una comunidad secreta y una práctica extendida a todas las etnias: el Bwiti. El culto a los ancestros, el contacto con el espíritu de nuestros antepasados, es la fuente primaria de pertenencia y el vehículo para comprender el ciclo cósmico de la vida y la muerte. Lo natural y lo sobrenatural están imbricados de una manera misteriosa y oculta y actúan como potencias, como poderosas fuerzas sobre nosotros. Solo mediante la sabiduría de los ancestros podemos descubrir el orden del universo y el sinuoso camino de nuestro destino. El Bwiti es, para los gaboneses, la filosofía que permite adquirir el conocimiento y la sapiencia, forjar la disciplina, adquirir la fuerza y la perspicacia necesarias para entender y comunicarnos con nuestros ancestros, reconocer, contactar y valorar a los espíritus de la naturaleza.
En cada pueblo o comunidad gabonesa hay un templo llamado mbandja donde se práctica el Bwiti. Son espacios sagrados muy sencillos donde los iniciados se preparan para conectar con la naturaleza, con nuestros antecesores y con los espíritus que perviven en las otras dimensiones del mundo para, de esa forma, adquirir sabiduría e iluminación espiritual. Los miembros de la comunidad secreta se pintan la cara de blanco con la arcilla de caolín que los protege de los malos espíritus y abre canales para relacionarse con los ancestros. Como el Yopo entre los Yanomami, los iniciados expanden su consciencia cósmica mediante el consumo de Iboga, una raíz sagrada que en cantidades pequeñas es un estimulante y en cantidades suficientes es un alucinógeno. También las máscaras son instrumentos para mediar entre el mundo espiritual y el terrenal. El nganga es el curandero tradicional que introduce a los iniciados y suministra el Ibgoa. Es un maestro en el arte de la curación.
Como en la popularización de los cultos chamánicos de los quechuas asociados a la Ayahuasca, El Bwiti empieza a ser practicado por occidentales que van a Libreville a consumir Iboga. La desconexión del Bwiti de la comunidad secreta local y de su principio axial de enlace con los ancestros, de engarce con la sabiduría de todos aquellos que nos precedieron, amenaza con convertirlo en otra pieza de la espiritualidad New Age vacía. Los rituales tienen sentido en la medida en que la pertenencia está enraizada en la tradición cultural.
