Gente que Cuenta

Te cuento que…
por Suzan Matteo

London fire in 1666 Atril press
Incendio de Londres de 1666
Walter Victor Hutchinson,
Historia de la nación británica, c. 1925

Mañana será un nuevo aniversario del «Gran Incendio de Londres».

El 2 de septiembre de 1666, Londres despertó con el rugido de un infierno, envuelta en una humareda.

Todo empezó por un descuido y una chispa en la panadería de Thomas Farriner, en Pudding Lane. La familia pudo sobrevivir, a excepción de la criada, que no salió a tiempo.

El viento comenzó a soplar con fuerza, y las llamas avanzaron por las calles estrechas y sinuosas, saltaron de tejado en tejado por las casas de madera amontonadas y en pocas horas el fuego se había apoderado de Londres.

Las autoridades titubeaban. Superadas por la magnitud del desastre, no sabían qué hacer. La estrategia era simple pero brutal: demoler las casas para crear cortafuegos y detener el avance de las llamas. Los londinenses, desesperados y aferrados a lo poco que les quedaba, se resistían, obligando a las tropas a usar la fuerza. El caos se apoderó de la ciudad. Los gritos de terror se mezclaban con el crepitar de la madera ardiendo y la confusión reinaba por doquier.

El fuego no respetó nada ni a nadie. Quedaron destruidas más de 13.000 casas, 87 iglesias parroquiales, la catedral de San Pablo y la mayoría de los edificios de las autoridades locales. Se estima que dejó sin hogar a 70.000 de los 80.000 habitantes de Londres. Los documentos más antiguos de la ciudad, los recuerdos de generaciones, todo fue consumido por el fuego, convertido en cenizas y humo. La ciudad medieval dentro de la vieja muralla quedó arrasada.

Sin embargo, el fuego también fue un renacimiento. Puso punto final a la epidemia de peste bubónica que había causado más de 68.000 muertes desde su inicio en 1665 y de las cenizas surgió una nueva Londres: Christopher Wren, el arquitecto visionario, concibió una ciudad más fuerte, construida no ya sobre la fragilidad de la madera, sino sobre la solidez del ladrillo y la piedra, una Londres que aprendería a temer y respetar al fuego, pero que jamás volvería a ser dominada por él.

Esos días no solo destruyeron una ciudad; quemaron los miedos y supersticiones de una época, dejando en su lugar una metrópolis más resistente, una ciudad que emergió de las llamas con una nueva identidad, forjada en la brutalidad del fuego, pero también en la tenacidad de sus habitantes.

Suzan Matteo Atril press
Suzan Sezille de Matteo es caraqueña, cosecha del 52; ingeniero industrial aplicada al área social; esposa, madre de dos, que ahora abuelea y escribe desde Inglaterra.
suzansezille@gmail.com
IG @tomadodeaquiydealla

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