El otro día, al abrir Instagram, vi un vídeo que me explicó algo que me tenía intrigada desde hace tiempo.
Resulta que mi esposo no tolera el cilantro. Él es italiano y en ninguna receta italiana he visto ese ingrediente. Es más, en los años que estuve viviendo cerca de Roma, nunca vi cilantro en los mercados, ni en los tarantines de los campesinos. Así que asumí que era por desconocimiento. Los italianos usan albahaca, orégano, perejil, salvia y romero, pero cilantro, como que no.
¡Pues no es manía! El asunto es real. Según lo que decía el muchacho del video, se debe a una modificación genética que sufren una de cada cuatro personas con el gen OR6A2, que modifica la percepción sobre los aldehídos que están tanto en el cilantro como en el jabón. Por eso el cilantro, para algunos, sabe a jabón. Sí, a jabón.
Ya no me preguntaré cómo es posible que lo que para unos es una delicia, para otros sea prácticamente un castigo. Tampoco divagaré acerca de la existencia de un universo paralelo donde los sabores se experimentan al revés.
Empiezo también a comprender a un amigo a quien no le gusta el chocolate. Por lo visto, no es un bicho raro que desprecia porque sí ese regalo divino. Debe tener un gen responsable de eso.
¿Y yo? Ya les he contado mi experiencia con el Marmite. Cada vez que lo pruebo, siento que me han dado una cucharada de alquitrán fermentado, mientras que hay gente que lo pone en su pan con el mismo entusiasmo con el que yo unto Nutella. (Pero en este caso, el gen modificado debe ser el de ellos, porque aguantar ese sabor… ¡Buah!).
Nada.
Que estamos condenados a vivir en distintas dimensiones de gustos incomprendidos.
Que el sabor es una experiencia absolutamente personal, como los recuerdos o los sueños. Cada papila gustativa cuenta su propia historia, y no podemos imponer nuestro paladar a los demás, aunque, a veces, cueste entenderlo.
Y así seguimos, compartiendo la mesa, pero viendo, literalmente, el mundo desde diferentes papilas.
Y releyendo lo escrito me pregunto:
¿Cómo sé que algo sabe a jabón o a alquitrán fermentado?
O, como se dice en Venezuela, ¿cómo sabes que la Guaira es lejos?
¡Cosas de nuestro rico idioma!