
Imagen generada por la AI de Google
Hicieron que el tiempo pasara volando, literalmente.
Sucedió en el viaje de casi diez horas que me trajo de vuelta a Calgary desde Barcelona (¡gracias, West Jet!).
La magia del cine no solo me mantuvo distraída mientras estaba allí, confinada en mi asiento (con mi vinito, eso sí), sino que aprendí y encontré algo inspirador en cada una de estas tres historias.
La primera:
“Everything is going to be great.” (Todo va a estar bien)
Una pareja junto a su dos jóvenes hijos, a pesar de las dificultades económicas, persiguen su sueño de triunfar en el mundo del teatro. Al final cada uno encuentra su propia voz.
La segunda:
Brasilera, “Ainda Estou Aqui” (Todavía estoy aquí).
Narra las vicisitudes de una familia en Rio de Janeiro en los años sesenta/setenta, durante la dictadura militar en Brasil. Una historia de amor y persistencia sobre una madre de cinco hijos, cuyo esposo fue detenido y desaparecido por supuestamente conspirar.
La tercera: “1917”.
Basada en hechos reales, trata de una misión heroica asignada a dos soldados británicos, durante la Primera Guerra Mundial.
Insisto en eso de la magia del cine.
Al menos, por algunas horas se escapa uno de la realidad brutal que a veces asfixia y uno sale reconfortado cuando después de todas las penurias, injusticias, guerra, al final el bien y la verdad triunfan.
Se renueva la idea utópica, que pudiera ser posible un mundo donde valores como la compasión, la fraternidad, el amor puedan finalmente imponerse.
Aterrizamos en Calgary.
El avión y también mis aventuras cinematográficas.
Razón tenía el protagonista de la primera de las películas que repetía a sus hijos en medio de las dificultades financieras que “hay muchas maneras de ser rico”
Viajar, es una de ellas. (Aunque este periplo en particular no fue por razones turísticas)
Bien dicen que viajar es la única actividad donde uno gasta dinero para volverse más rico.
Muy cierto, pero…
¡Qué enorme placer es volver a casa!
Mi verdadera riqueza.