Kamsahamnida,
por Leonor Henríquez
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El recinto estaba a reventar.
Tan repleto que tuvimos que sentarnos en un rincón en el suelo.
Los niños, entre ellos mi nieto Tomás, de ocho años, comenzaron a formarse en el borde del enorme rectángulo blanco.
Todos vistiendo sus impecables dobok, así se llama el uniforme.
Se trataba de una sesión donde los alumnos tendrían que mostrar sus habilidades de Taekwondo para pasar a un nivel más alto, con el merecido cambio de color de cinturón.
El Taekwondo es una de las artes marciales más antiguas. Su origen es coreano y se considera como el más elevado arte de defensa personal.
Los niños comienzan sus rutinas, siguiendo los comandos que les da el Maestro. Los niveles de concentración son enormes, la coordinación perfecta entre patadas y movimien...