La gente lleva en sus corazones un anhelo inconmensurable por algo y nunca se está completamente seguro de qué es.
La mayoría de las vidas de las personas transcurren como si no tuvieran opción, porque no la tienen. La elección es el dominio de los privilegiados y los audaces. La mayoría de nosotros no somos ninguna de las dos cosas. Tenemos trabajos, familias, miedos y responsabilidades. Esperamos con ansias pequeñas diversiones – vacaciones, el fin de semana, un raro golpe de suerte – antes de volver a la noria de llevar los días hacia su destino inevitable.
La gente experimenta un bienestar ambiguo en la rutina cotidiana de las vidas a medias, pero aun así se sufre un anhelo inconmensurable. Esto no es tanto nostalgia como una creencia equivocada de que con un giro más en el laberinto del espejo tropezarán con algún secreto o respuesta o significado más profundo.
La ominosa frase “un anhelo inconmensurable” es una traducción imperfecta de la palabra alemana sehnsucht. Fue utilizada por primera vez por el escritor C.S. Lewis (El león, la bruja y el ropero) para describir esa sensación punzante de espera e insatisfacción que regularmente nubla nuestros pensamientos; esa sensación de que en las profundidades más profundas de la existencia todo lo que encontraremos es un vacío.
Podemos intentar encontrar consuelo en la religión, pero si hay un Viejo en el Cielo, no se puede confiar en él para mitigar la guerra, la peste, las inundaciones y el hambre. Los teóricos de la conspiración creen que hay una camarilla de pederastas en alianza con los Illuminati dirigiendo secretamente la Casa Blanca. Es una idea que nos tienta, una distracción, un guión de película. Pero son tonterías. Tenemos necesidad de reyes, un hombre sabio, un gran líder, pero los reyes y los líderes rara vez son sabios y conducen a la tiranía.
En las noches oscuras con la luna en su primer cuarto, descubrimos que estamos solos e intentamos darle sentido al vacío mediante la acumulación – riqueza, poder, logros, la acumulación de cosas que no necesitamos y que nos pesan como lastre desigual en un barco que se hunde.
¿Cuál es la respuesta? No hay respuesta. No confíes en los políticos con promesas de construir puentes donde no hay ríos. Llena tu vaso y lee por placer. A medida que la inocencia se desvanece o se despierta, debemos enfrentar la realidad del reflejo del espejo y aprender a vivir con un anhelo inconmensurable.