Fotografía: Anselmo Machado
Fuente: https://www.pexels.com/
En un pequeño pueblo rodeado de colinas vivía una señora, colócale nombre, yo la he llamado Elena, una mujer que llevaba años sintiendo un cansancio extraño, como si su alma caminara arrastrando los pies. Aunque todo en su vida funcionaba, dentro de ella había un silencio pesado, una sensación constante de no pertenecer del todo a su propia historia.
Un día, siguiendo un impulso inexplicable, decidió volver a la vieja casa de su infancia, una casa abandonada desde hacía tiempo. Al cruzar la entrada, descubrió que muchas de las puertas internas estaban cerradas. “Curioso”, pensó. Ella misma las había cerrado años atrás, cuando creyó que crecer significaba olvidar.
Pero algo dentro de ella —una mezcla de nostalgia y valentía— le pidió que comenzara a abrirlas.
En la primera habitación encontró una caja llena de dibujos que había hecho de niña. La vista de esos trazos torpes y sinceros le despertó una ternura olvidada: allí estaba su capacidad de crear e imaginar sin límites.
En otra puerta descubrió una vieja bufanda azul que le había tejido su abuela. Al tocarla, sintió una calidez muy conocida: el amor simple, el que sostiene sin pedir nada.
En la última habitación encontró un cuaderno con listas de sueños que había escrito a los 12 años: viajar, aprender a correr sin miedo, ayudar a otros a encontrar su propósito. Al leerlo, se dio cuenta de que muchas de esas cosas seguían latiendo dentro de ella, solo que había dejado de escucharlas.
Fue en ese momento que comprendió, que cada uno vive dentro de su historia, una casa, que cuando cerramos puertas para evitar el dolor, y olvidar historias dolorosas también dejamos encerradas la fuerza, la creatividad y la identidad que podrían sostenernos.
Elena salió de la vieja casa sintiéndose más ligera. No porque hubiese encontrado algo nuevo, sino porque había recuperado partes de sí misma que llevaba años buscando sin saberlo.
Desde entonces, se incluye el mensaje: cuando la vida se siente difusa, no necesitas buscar afuera, vuelve a tu casa interior, ábrele las puertas, extrae tus recuerdos saludables, no son pasado: son el mapa para reencontrarte”.
