Gente que Cuenta

Acebo,
por Lucy Gómez

Hannah Borger Overbeck Atril press
Hannah Borger Overbeck,
Acebo, c. 1915
Fuente: https://artvee.com/

Las ramas de acebo entraron en mi mapa decembrino bien temprano. En casa compraban coronitas importadas, de hojas muy verdes y bayas rojas para adornar el árbol de Navidad, todo de plástico. También usé tarjetas navideñas con su imagen. Mucho después supe cómo se llamaba, pero evidentemente no era un árbol tropical, así que nunca vi uno de cerca hasta que viví en Europa.

Entonces entendí la fascinación que provoca y su presencia constante en las fiestas de invierno desde la antigüedad. Resulta que además de llenarse de florecitas blancas en primavera, se colma de bayas rojo brillante, que destacan en sus ramas de un intenso verde oscuro durante toda la temporada helada. Mientras otros árboles pierden sus hojas, este, que es bastante alto, está siempre verde y alegre.

Su asociación con las fiestas no es de esta época. Era símbolo de fortaleza y fertilidad entre celtas y romanos antiguos. Las coronas hechas con sus hojas se regalaban en las Saturnales, las fiestas que se celebraban en estas mismas fechas.  Eran famosas porque se decía que además de adornar, espantaban espíritus malignos. La iglesia católica las asimiló: las hojas puntiagudas se parecían lejanamente a una corona de espinas y por eso en algunos países la planta se llama “Espina de Cristo”.

Sus hojas tienen propiedades medicinales por su contenido en teobromina, sustancia tónica, estimulante y sudorífica, útil para bajar la fiebre. Con lo que hay que tener cuidado es con sus bayas rojas, porque son tóxicas para niños y animales domésticos, aunque le sirven de alimento en los bosques a muchas aves en invierno, particularmente mirlos y urogallos.

Tiene un gran uso en jardinería porque tolera muy bien la poda. Hay muchas variedades con colores y formas diferentes. También se buscan en marquetería y ebanistería por su madera fina, blanca o grisácea. No solo se vende bastante, sino que se ha recolectado de manera inmisericorde en campos y montañas, por eso es una especie protegida en varios países europeos. Pero puedes comprar semillas, si tienes espacio para un árbol como este, que por lo menos alcanza seis metros. Crece lentamente, requiere sol o semi sombra y riegos constantes, pero con atención y paciencia se convierte en una planta espectacular.

Lucy Gómez
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años. es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores. lucygomezpontiluis@gmail.com
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