
Retrato de muchacha, 1470
Nota: El detalle de la crema fue después…
Quitarse las arrugas es un tema personal, pero una preocupación general que ha originado una gran industria, desde laboratorios de cosmética hasta expertos en belleza. Hay mucho dinero en juego. En cuanto a lo personal, no me traumatizan demasiado, quizá porque gracias a mi genética, no tengo tantas como otras personas.
Pero me empezaron a salir antes que a todas mis amigas por mi carácter. Tengo una en todo el ceño que empezó en los veinte, molesta siempre por algo o por mis decisiones para alcanzar cosas, seguramente. Y otras a los lados de la boca, porque reír es uno de mis deportes favoritos, aunque sea de mí misma.
Están las que tengo alrededor de los ojos, que me salieron en la infancia debido a que los arrugaba mucho para ver, soy una miope declarada. Y aunque me puse lentes después, me quedó la maña.
Es decir, uno puede estirarse la cara, colocarse la última crema o hacer ejercicios anti-aging, que, si sigue haciendo los mismos gestos, la arruga volverá a salir.
Recuerdo una compañera del mundo de las orquídeas, que tenía un pacto con su esposo para no hacer “gestos de viejo”, de esos que indefectiblemente te pliegan el rostro. Como últimamente no la he visto, no sé el resultado final, pero por lo menos era una manera de concienciarse sobre lo que las arrugas revelan: de qué nos preocupamos, qué hemos hecho en la vida, en qué trabajamos, que esperamos.
Por eso, los estiramientos y rellenos artificiales que están tan de moda y el rostro de muñeca de porcelana, con la expresión de no haber visto nunca nada molesto, no haberse enojado, no haber amado, como si la vida nunca nos hubiera pasado por encima, me causan un poco de susto.
Pero, total, cada uno hace con sus arrugas lo que quiera, ¿no?¿Qué haces tú?

es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com