
Ciudad de barajas, 1950
Fuente: https://www.bonhams.com/
Las relaciones humanas se construyen igual que los castillos de naipes. Como se sabe, para que un naipe se sostenga, es necesario que inclinarlo un poco y luego recostar otro, a manera de un triángulo. Uno se apoya en su par.
Así, en una relación con alguien que nos interesa, sea pareja, amigo, compañero de trabajo, familia, perro o gato, ante una actitud o acción que no nos resulta grata, uno coloca su naipe de la paciencia, la tolerancia o el afecto puro y simple.
Y así se va sumando, con cada cosa que pasa, cada vivencia, una pareja de cartas, donde uno sostiene al otro, como dijimos; armamos una base, luego un primer piso, y se va ascendiendo, tan alto como se pueda o quiera, y como la vida y la circunstancia permitan.
Sabemos que no hay nada bueno que no traiga algo malo ni nada malo que no traiga a su vez algo bueno. Por eso nos aguantamos, porque esta persona tiene lo que me agrada y trago grueso con lo que no. Asimismo hacen ellos o hacen otros con nosotros. Forzoso es reconocerlo.
Un día, sin embargo, se puede dar lo que pasa siempre: una tormenta, una pelea; un soplo leve a veces basta. Y el castillo de naipes se viene abajo. Quién sabe si en la base que sostenía no estaban bien alineadas algunas cartas. Otras veces es uno mismo el que se cansa y de un manotón echa todo abajo.
Algo que sucede con este juego, que como es de naipes también es de azar, es que al caer los de arriba, arrastran a los de abajo en su caída. Es entonces cuando, en nuestro reconcomio, comenzamos a rumiar y descubrimos lo que desde un principio sabíamos de la persona: que es cascarrabias, que es criticona, que habla con la boca llena… Lo tolerábamos pero de pronto ya no.
A menudo y por un rato nos quedamos contemplando el montón de cartas, arracimadas sin orden ni concierto, desasosegados a nuestra vez. Es posible que decidamos no seguir; o es posible que, por el contrario, comencemos de nuevo a levantar el castillo, una vez más, tratando de poner nuestro mejor empeño para que los naipes queden bien alineados, pensando que esta vez sí, ahora sí… y rogando a Dios que no venga algún mal viento por ahí.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar