Gente que Cuenta

¿Hay un mañana?,
por José Manuel Peláez

Simon Fairless Atril press
Simon Fairless,
London eye
Fuente: https://www.simonsgallery.com/

Una llamada en la madrugada suele significar malas noticias, pero a las 14:24 esperas cualquier aviso menos el que te dice que un amigo querido acaba de fallecer. Cuando cerré el teléfono, me sentí montado en el “Ojo de Londres” con la rueda detenida en lo más alto de mi recorrido. No estaba en este mundo; a mis pies, la gente, diminuta y ajena, era indiferente a mi vértigo.

Mientas recordaba que, apenas 24 horas antes, había compartido comida, tragos, bromas y recuerdos con K, y trataba de asimilar que eso no se repetiría nunca, no dejaba de preguntarme dónde estaba el mecánico que le devolvería el movimiento a la noria para regresar a un mundo que ya no sería el mismo.

Las inevitables urgencias asociadas a poner en orden legal algo tan poco legal como la muerte me distrajeron junto con otros familiares y conocidos de K. Aunque Manolo estuvo siempre cerca, se conservó a la sombra de los dolientes hasta que, pasados unos días, pudimos sentarnos a conversar.

Le conté de lo inesperado de todo, de la fragilidad humana, de lo que es justo o injusto y, sobre todo, de lo que no entendía de lo ocurrido que era casi todo.

─ ¿Qué opinas tú de la muerte? ─ dije, arrepintiéndome casi en ese instante por haber hecho la pregunta.

─ Es como si me preguntaras qué opino de la Ley de la Gravedad… no se opina sobre eso. Simplemente está ahí, es inevitable y ya… sí puedo opinar que hablamos poco del tema a pesar de que es lo único que nos va a pasar a todos.

Y por ahí se fue el Manolo, desgranando cómo hay quien cree en la reencarnación y quien cree en un Paraíso o en un Infierno que nos espera y quien cree que vivimos un recreo entre una nada y otra nada, pero él, prefiere asegurarse solo de una cosa respecto a la muerte.

─ Todo lo bueno que pueda decirle a una persona debo hacerlo a la brevedad posible. No hacerlo es como guardar en marzo un regalo para las Navidades. Si puedes darle algo de felicidad a alguien, hazlo antes de que sea tarde y vivas arrepintiéndote por no haberlo hecho.

Al ver a Manolo alejarse me reconfortó descubrir que no me quedaba nada bueno por decirle a K, porque todo se lo había dicho. La rueda comenzó a moverse y yo a bajar al mundo en el que todavía tenía muchas deudas que saldar.

Corrí a hacerlo porque, al contrario de lo que la gente cree, NO SIEMPRE HAY UN MAÑANA.

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José Manuel Peláez
Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com

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