Arquitectura de vida, por Soledad Morillo Belloso
Ser feliz es raíz profunda, mezcla de historia y ética. Es saber que, aunque el mundo se tambalee, uno puede reír, cocinar, contar cuentos con nombres imposibles y bailar con los recuerdos. Es como tener béisbol en la sangre sin haber pisado el campo. No depende del clima ni del dólar paralelo. Es vivir con lentitud activa, como quien pela mangos sin apuro y escucha la radio con atención.Estar feliz, en cambio, es aroma de pan caliente: llega, se disfruta y se va, dejando migas y sonrisas sin explicación. Es el instante en que el café está en su punto, el arroz con leche se comparte a cucharadas, alguien dice algo absurdo y todos ríen. Es el relámpago, el gol inesperado, el abrazo sin plan, el chiste que solo entienden los que comparten la sobremesa.No hay que subestimar el estar. A veces,...

