
Mujer sentada en una mecedora, 1920
“Soy un atraco” Quien así se expresaba era un joven profesor de secundaria, de tez blanca, estatura promedio y algunos kilos de más. Nariz pequeña y un ligero prognatismo. No era lo que podría llamarse un Adonis, sin embargo, él se lo creía, así como también la idea de que las adolescentes liceístas sentían su atractivo. De allí su aseveración.
Eso no es ni malo ni bueno, esa es su creencia, y mientras no perjudique a nadie, ni siquiera a él mismo, no hay problema.
La dificultad se presenta cuando es todo lo contrario, cuando nos vemos defectos, malformaciones o incongruencias en nuestro físico que afectan nuestra salud mental. Existen personas que magnifican los pequeños detalles de su rostro, que es lo más frecuente, y se someten, no a una sino a varias intervenciones quirúrgicas estéticas.
Vaya como ejemplo el caso particular de una joven mujer que inicialmente fue diagnosticada como un trastorno mixto de ansiedad y depresión y posteriormente surgieron elementos que la calificaron como portadora de dismorfofobia. ¿Qué es esto?
Es un trastorno mental caracterizado por una preocupación obsesiva y excesiva por defectos percibidos en la apariencia física.
Las personas que padecen dismorfofobia suelen tener una imagen distorsionada de sí mismas y pueden obsesionarse con aspectos específicos de su cuerpo que consideran defectuosos, aunque estos defectos sean mínimos o incluso inexistentes.
La joven del ejemplo, una mujer de 30 años, piel blanca, atractiva y siempre bien arreglada; la primera operación a que fue sometida fue aumento de glúteos, luego vino reducción de las patas de gallo y blefaroplastia. Más tarde, corrección de un defecto de la nariz que solo ella y el cirujano plástico vieron y ahora no sé qué es lo que quiere hacer con su mentón.
Si ahondamos en la historia de esta mujer, resalta que siempre fue comparada negativamente con su hermana por ser esta rubia y más atractiva en opinión de la madre, abuela y otros familiares.
Estos mensajes de minusvalía calaron profundamente en la personalidad en formación de esta niña, a tal punto, que actualmente odia a la hermana que vive en el extranjero y de quien no quiere saber nada y está casada con un “príncipe”. Ella dice, “odio a esa mujer” cuando se refiere a ella. Lógicamente esos mensajes hicieron mella en su autoestima.
Por supuesto que la dismorfofobia tiene un impacto significativo en su calidad de vida, afectando sus relaciones, su autoestima y su salud mental.

Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
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