Hace poco apareció en la BBC la noticia de que el equipo Seascape Alaska 5, una dependencia de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), había hallado a tres kilómetros de profundidad en las costas de Alaska un objeto de oro parecido a una piedra marina, pero que, según dijeron, no parece pertenecer a ninguno de los reinos conocidos.
Tampoco era que lo anduvieran buscando, fue un hallazgo de la sonda que andaba rastreando el área mientras trataban de observar un volcán submarino extinto. El vehículo remoto logró succionarlo y traerlo a la superficie, y allí se dieron cuenta de que tenía una textura suave, parecida a la piel. La nota concluye diciendo que ahora un equipo de investigadores está realizando pruebas y análisis de ADN para determinar qué puede ser este objeto brillante.
Si cuando uno ve el mar desde, digamos, un avión, aquello parece una especie de manto de misterio, calculen lo que debe ser cuando aparece algo como esto. A título personal, prefiero que me lo cuenten y más concretamente, cuando ya se sepa de qué se trata.
El mar es tan profundo y oscuro, que inclusive hay especies de peces que no tienen ojos, porque o viven en cuevas, o en lugares tan oscuros que ni falta les hace.
Vaya uno a saber si esta especie de huevo que encontraron no termina siendo de alguna de estas especies.
Si seguimos buscando, no faltan temas relacionados que hablan de la gran cantidad de misterios que queda por resolver. Yo los leo porque aparecen en la tela, y después no puedo apartar los ojos de los enlaces que, como la sonda marina, me llevan a lugares cada vez más profundos. Además, como nunca termino de crecer, la historia me hace sentir como cuando, intrigadísima veía, El investigador submarino, que visto con mis ojos de ahora creo que era filmado en una piscina.
Bien por los biólogos e investigadores del mar, mi admiración más incondicional, pero aquí entre nos y que no circule: yo me quedo en la orillita, y eso las rarísimas veces que voy a la playa. ¡Es que hay mucha aguamala y mucho bicho raro!
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
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