Gente que Cuenta

El peor invento,
por Victorino Muñoz

Bocina de carro Atril press
“Yo he conducido desde hace veinte años un vehículo que no tiene corneta…”

No estoy seguro de cuál sea el mejor invento del hombre. Posiblemente todo dependerá del área de conocimiento de quien dé la respuesta. Tampoco sé cuál es el peor. Pero tengo tres firmes candidatos: el revólver, el cigarrillo y el claxon, bocina o corneta del carro, como se le llama acá en Venezuela.

Con respecto al último de los mencionados, se dice que tal dispositivo fue patentado por el alemán Robert Bosch; y hace poco, en 2021, cumplió cien años de haber salido al mercado. Lo que me da a entender que antes de 1920 el mundo era, si no un mejor lugar, por lo menos más silencioso.

En principio el claxon utilizaba un sistema similar a los órganos de viento. Posteriormente se han introducido cambios (no podría llamarlos mejoras). Se supone que la razón de su invención era alertar de un peligro a otros conductores o a peatones, para evitar posibles accidentes.

Sin embargo, yo noto que a diario lo usan con otros fines, como expresar irritación cuando el tráfico está detenido, saludarse unos choferes a otros, piropear a las chicas (vaya usted a saber si funciona) o advertir que al llegar a un cruce la persona que conduce no piensa detenerse. (Esto último me llama bastante la atención, ya que no sé qué sucederá cuando se encuentren dos personas que tienen la misma costumbre. Pero lo sospecho).

Yo he conducido desde hace veinte años un vehículo que no tiene corneta. Alguien se la desconectó y yo no me preocupé por arreglarla. Y no he tenido ningún accidente por carecer de claxon. Esto demuestra que no es indispensable, para nada.

En la actualidad el sonido de una corneta o bocina alcanza los 90 a 110 decibeles, siendo los más ruidosos los de vehículos pesados, llámese carga o transporte de pasajeros. Y si al sonido del claxon le sumamos el del motor y el del aparato de música, ya podemos hacernos cargo del estrés que se genera.

De los diversos instrumentos del hombre, el más detestable es, sin duda, este: el claxon solo sirve para manifestar nuestra impaciencia, nuestra mala educación o la falta de respeto a las más mínimas normas ciudadanas de convivencia. He dicho.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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