
Hoy me voy a referir con un caso a un trastorno de personalidad que no tiene la perversidad del sociópata, pero comparte con este el egocentrismo y la manipulación.
En los inicios de mi actividad profesional fui contratado como terapeuta miembro de equipo técnico de un internado para niñas “en peligro moral”, como rezaba el motivo de ingreso.
En mi primer día de trabajo después de entrevistarme con el personal directivo, me dirigía a mi cubículo y para llegar a él tenía que atravesar una gran sala. Cuando voy por la mitad del camino escucho unos murmullos más o menos fuertes y al dirigir mi mirada al sitio, aprecio a un grupo de niñas alrededor de algo. Ese algo era una alumna caída en el piso; parecía “inconsciente”. Pregunté su nombre y al decírmelo, la llamé. Cuando me acerqué, noté en sus párpados un ligero temblor que me hizo pensar que el desmayo era simulado.
No alcancé a llamarla por segunda vez. En el momento en que lo iba a hacer se levantó del piso con una carcajada que fue imitada por las demás. Ese fue mi recibimiento.
Esa niña no duró mucho en el centro porque ingresó cerca de los 18 años y una vez cumplidos, el reglamento obligaba al egreso.
Unos años después se presentó en mi consulta de hospital general una joven, maquillada profusamente y vestida dejando al descubierto sus hombros y el inicio del entrepecho, así como casi todas las piernas, llamando la atención del personal y los demás pacientes.
Irrumpió el consultorio preguntando: ¿no se acuerda de mí? Soy Mariana Barragán. Ud. me atendió en el INAM.
Si la veo en la calle nunca la hubiera asociado a la niña envuelta en un uniforme que le cubría desde el cuello hasta más allá de las rodillas, a esta de ahora, escasamente vestida.
Vino a la consulta porque “¿Cómo es posible que en la oficina donde trabajo recibo más llamadas para mí que para el jefe?”
“Todos me invitan a salir y me gusta ir y que me vean en restaurantes, que los hombres se fijen en mí y las mujeres también, pero hasta allí. Cuando me proponen otra cosa me niego”.
Lo que me preocupa es que tengo un novio con el cual me he besado y ha sido algo más que un intercambio de saliva. Me ha propuesto hacer el amor y accedí a ir a un hotel, pero cuando me estaba desvistiendo entré en pánico y salí de la habitación. Esta es la tercera vez que me pasa; en las otras dos ni siquiera he llegado al hotel y hasta he amenazado con lanzarme del auto”.
En una próxima entrega detallo las características de esta personalidad…

Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
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