A poco de este dramático incidente, “S” contrajo bronconeumonía y tras agravarse, murió en una de las mansiones campestres de su padre. Cuando supo la noticia, Sir Charles Warren, Jefe de Scotland Yard, no pudo menos que sentir un gran alivio. Durante las imponentes exequias de “S”, Warren que estaba presente, reflexionaba sobre cuán exacta había sido la descripción de aquella aterrorizada prostituta que había visto al asesino cara a cara. Rostro fino y alargado, facciones aristocráticas, cuello largo, ojos de parpados caídos típicos de la realeza inglesa y fino bigote Edwardino. En fin, una perfecta semblanza del joven que acababa de morir. Albert Victor Edward, Duque de Clarence y Avonsdale, hijo de Eduardo VII y de la Reina Alejandra, hermano de Jorge V y nieto de la Reina Victoria de Inglaterra.
El veterano detective no pudo evitar un escalofrío de horror al pensar en lo peor de todo. De no haber muerto a los 28 años a condescienda de una pulmonía, Albert, o “S”, o Jack the Ripper, estaba, de acuerdo con la ley de sucesión real, en línea directa como heredero del trono británico.