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La Divina revive en Venecia, por Mayte Navarro

Maria Callas
La pasión de María Callas por las joyas formaba parte de la personalidad de la diva.

Venecia es bella y famosa. Allí radica su suerte y su tragedia. Los nativos de la Serenissima se quejan de la afluencia de visitantes, pero les resultan indispensables la Bienal y el Festival Internacional de Cine, cuya alfombra roja este año ha ratificado su importancia ya que congregó lo más granado del séptimo arte.

La edición N° 81 del Festival regresó al Lido donde se vivieron momentos emocionantes, uno de ellos fue la aparición de Angelina Jolie, protagonista del film María. La actriz paseó frente a cientos de fotógrafos que gritaban ¡Angelina!, como tratando de despertarla de un sueño, imagen que la ex de Brad Pitt subrayó con un traje en color arena, buscando hacerse invisible, pero dos detalles lo impedían: sus labios teñidos en un rojo superlativo y el broche incrustado en la estola de piel sintética, ratificando su amor por los animales.

Pero lo importante es el broche, que la conecta directamente con María Callas, ya que se trata del Rose Ouvrante, diseñado y realizado en los talleres de Cartier para la soprano y que ahora forma parte de la colección privada de la firma.

El Rose Ouvrante data de 1960, lleva diamantes, esmeraldas, zafiros y rubíes, rodeados por pétalos de oro que permitían predecir el estado de ánimo de la Callas, porque son móviles, se abren y cierran.

El joyero de la soprano formaba parte de su histrionismo. Cuando estrenaba una ópera, su primer esposo, Giovanni Battista Meneghini, le obsequiaba una prenda que podía ser Cartier o Van Cleef & Arpels. La Divina, como la llamaban, era una habitué de la tienda en la Place Vendôme, donde realizó pedidos especiales como el clip Cinq feuilles en platino, con seis rubíes y diamantes con un total de 16,35 quilates. La Callas lo adoraba y lo lució en innumerables ocasiones.

Pero a la vez era consciente del poder que las joyas ejercían en el público y subrayaba su dramatismo con piezas relevantes. Estas formaron parte de una exposición itinerante y muchas llevaron la firma de Ennio Marino Marangoni. Convertidas en verdaderos amuletos, formaron parte de su éxito profesional.

A los 53 años María Callas, retirada de los escenarios y con el corazón roto de amor, protagonizaba su propia ópera y al igual que Tosca, uno de sus grandes papeles, muere. Por eso, para recordar a María Callas la mejor ciudad es Venecia.

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Mayte Navarro.
Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Ha ejercido el periodismo en galerías de arte, en el diario El Universal, mantiene el espacio Madame Glamour en el programa radial Las entrevistas de Carolina. Escribe de moda, arte y estilo de vida.
mayte.navarros@gmail.com

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