La pérdida – Lucy Gómez

Acabo de sufrir una pérdida. Mi tablet sigue sin encender. Siento un desamparo grande, como si hubiera perdido una tarjeta de identidad. No puedo arreglarla. Por eso experimento también dependencia, porque es una situación odiosa que no controlo. Yo sé de tecnología lo justo. No sé como revivirla.

Todo el impulso, la energía que tenía escribiendo en ella se me ha quedado paralizada en el aire, como una libélula de cristal.

Todo el impulso, la energía que tenía escribiendo en ella se me ha quedado paralizada en el aire, como una libélula de cristal

Con los textos escritos a mano, en papel, se experimenta otra angustia. Si se pierde algo son las ideas. A algunos, porque no se les ocurre nada. A mí porque se me ocurre de todo. Tanto así que casi todos los líos en que me he metido han sido por mis escritos, no por mis acciones físicas. Por ejemplo, te metes con lo que otros piensan que no debes decir.

También ganas stress gratis por los cambios de enfoque (“¿será que así es mejor?”), por las correcciones, por los errores. Porque no encuentras los datos. Pero esto de perder un texto completo, a menos que tengas una sola copia, se te caiga la carpeta en un tren o en un parque y se vuelen las hojas como en las películas inglesas, es bien improbable.

Todavía no había dado el paso siguiente, que desde el punto de vista poético es bien bonito. Acostumbrarme a guardar todo en la nube. Es decir, al alcance siempre.

Tengo algo ahí, pero son los textos de hace un mes. Nada de mis últimos descubrimientos sobre Dios, que no es un personaje de telenovela sino un espacio con inteligencia, como un triángulo representa mejor que cualquier texto sagrado por qué y cómo estamos aquí,  la historia de la surrealista Remedios Varo, que trabajó durante dos años  en Venezuela en la campaña antipalúdica y completaba su salario pintando avisos  para  la Bayer. Menos están mis últimos esfuerzos por comprender el azar según Leibnitz, el inventor del lenguaje binario, quién dijo esto, para mí profético: “Todos los eventos azarosos tienen explicaciones suficientes. No los comprendemos porque no los conocemos suficientemente”.

O sea, que me sale técnico.

 

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