Dicen los que saben que un deportista debe poseer distintas destrezas, las cuales son: físicas, técnicas, tácticas y psicológicas. Y si no está bien en todas ellas, su desempeño puede verse comprometido así como, por lógica consecuencia, el alcanzar lo que anhela: el triunfo, pues eso de que lo importante es competir solo lo dice el que pierde e incluso luego de que ha perdido.
En el caso de una disciplina como el fútbol, las destrezas físicas tienen que ver con las condiciones para correr, saltar, aguantar el ritmo durante noventa minutos o más, sin que el cansancio sea el vencedor. Las destrezas físicas se desarrollan trotando, haciendo ejercicios de fuerza, mucho cardio…
Luego, las técnicas se refieren a habilidades como saber poner el pie al momento de patear, para que el disparo salga con fuerza, dirección y efecto; “matar” el balón cuando se recibe un pase a distancia, manteniendo el control; cabecear siempre hacia abajo si se está en el área… Dichas destrezas también se desarrollan y se trabajan; hay técnicos especializados en algunas de estas cosas.
Las destrezas tácticas tienen que ver con el funcionamiento en conjunto, cuando se trata de deportes en equipo como el que mencionamos; aunque también guardan relación con la manera como se planifica y ejecuta el plan de juego. Es una obra de los entrenadores, llevada a cabo por los jugadores.
Las destrezas psicológicas pueden ser las más difíciles de aprender y a menudo echan a perder todo lo demás, cuando no se dominan. Mantener la calma y la concentración, estar enfocados, incluso vencer el miedo. No, no es fácil ni en el deporte ni en la vida real.
Grandes atletas en momentos claves han visto comprometido su desempeño y su carrera por no saber controlarse. La ansiedad llevó en una ocasión al propio Usain Bolt a salir en falso en una final. Jugadores como Ron Artest acaso podrían haber sido mejores en el básquet de haber aprendido a no dejarse llevar por la ira.
El asunto viene a cuento luego de haber visto el último partido de la Vinotinto del fútbol, donde los jugadores naufragaron en el campo, luciendo desorientados, cayendo en provocaciones, cometiendo faltas innecesarias, más preocupados por discutir con el árbitro o con los jugadores rivales.
Valga esta nota como una crítica constructiva o un llamado de atención. Talento hay en la cancha. Tenemos un estratega de lujo. Pero hay que trabajar en la parte psicológica, para que todo eso sirva de algo.
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
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Foto Geczain Tovar