Gente que Cuenta

Mi gran maestro,
por Victorino Muñoz

Jose Antonio Rosales Atril press
Orlando Chirinos, (1944-2021)
Fotografía: José Antonio Rosales

Estudié Literatura en la Universidad de Carabobo, por allá a finales del siglo pasado. Tuve la fortuna de ver clases con un gran maestro: Orlando Chirinos, a quien hoy quiero recordar, a tres años de su fallecimiento.

Chirinos llegaba con su bolso de viajero, lleno de libros. (Nunca ha sido más precisa la metáfora del libro como viaje). Además, traía unas hojas garrapateadas con apretada caligrafía, cuyo contenido comenzaba a transcribir en la pizarra, llenando todo y llenándose él de tiza, hasta los codos.

Entonces se sentaba y comenzaba la clase, con su armoniosa voz de barítono. Las chicas suspiraban cada vez que él leía un poema de Petrarca o John Donne o un fragmento de Shakespeare, pues era Literatura Occidental lo que nos daba.

Yo estudiaba de noche y mis compañeros eran casi de la edad de Chirinos; en su mayoría, se trataba de docentes en ejercicio, egresados de la normal, que querían obtener la licenciatura. Debido a eso, tenía yo también la suerte de aprender de otras personas, con mayor experiencia de vida.

Las clases con Chirinos no eran una simple clase, sino una conferencia magistral, cada una. No tengo idea de cuánto tiempo tomaba para rebuscar en sus libros de Edoardo Crema, Ernst Robert Curtius, Gilbert Highet y otros cuantos más, para apuntalar sus explicaciones.

Pero también quería que no nos limitáramos a saber lo que los otros decían de los libros, sino que los leyéramos. De este modo, en los exámenes incluía una pregunta que él llamaba control de lectura, relacionada directamente con la obra.

Recuerdo que en una ocasión preguntó de qué estaban hechos los escalones que conducían a la puerta del cielo, cuando Dante llegó al paraíso.

Allí subimos; y el primer peldaño
era de mármol blanco y tan pulido,
que en él me espejeé tal como era.

 Era el segundo oscuro más que el perso
hecho de piedra áspera y reseca,
agrietado a lo largo y a lo ancho

 El tercero que encima descansaba,
me pareció tan llameante pórfido,
cual la sangre que escapa de las venas.

Cuando me devolvió el examen me confesó que yo era el único que había respondido aquella pregunta.

En fin, yo me dije que un día, cuando fuera profesor de Literatura, quería ser como Chirinos, o sea, dar las clases de esa manera. Hasta ahora solamente me ha tocado dictar asignaturas como Metodología, Lenguaje, Gramática, Semiótica… y ninguna literatura, propiamente.

Sin embargo, me compré un bolsito de viajes como el de Chirinos, a ver si un día tengo la suerte. Gracias por tanto, maestro, donde quiera que te encuentres.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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