Estas dos palabras o conceptos van de la mano. Un individuo optimista tiene más posibilidades de salir de un atolladero o situación adversa que un individuo pesimista. El optimista mira el futuro con esperanza, y como su actitud es positiva, cualquier circunstancia que se le presenta la afronta y trata de resolverla si es posible. Si no lo es, se arma de paciencia y espera. Un individuo optimista tiene fuerzas para salir de un bache con éxito porque sabe que cuenta con los recursos para afrontarlo. Es resiliente.
Sin embargo, el individuo pesimista, aunque tenga los recursos, no los utiliza, porque no sabe que los tiene o los niega. No es resiliente, y ante cualquier adversidad se abate, desfallece y se rinde. Los competidores en una carrera con obstáculos no se rinden ante el primer tropiezo. Es en las carreras largas donde mejor se prueba la fortaleza y grandeza de los competidores. Actualmente, en cualquier actividad deportiva o de otra naturaleza, hay estrategas o directores. Los hemos visto, por ejemplo, en el juego de béisbol: se sacrifica a un bateador por uno que corra más rápido. Lo que importa es el equipo.
La situación actual nos obliga a tener paciencia, ser optimistas y resilientes. El juego de ajedrez es silencioso y lento, es decir, de largo aliento y lleno de estratagemas, y solo la templanza permite hacer las mejores jugadas y alcanzar la victoria. Cuántos peones, alfiles, torres y hasta reinas no se sacrifican para obtener un jaque mate. Tenemos al otro en jaque, y si para dar el jaque mate tenemos que sacrificar a la reina, lo hacemos.
Por supuesto, el optimismo y la resiliencia no se compran por Amazon; surgen de la crianza y el aprendizaje que hayamos tenido. Son herramientas que provienen de una buena educación (buena alimentación, mucho afecto y límites precisos). Me permito recordar la frase: “llueve y escampa”. Este último chaparrón son los estertores finales de una larga y desastrosa tormenta. El adversario no es fácil; es cínico e inescrupuloso, y sabe utilizar recursos perversos como el psicoterror. Ante estas poderosas armas, debemos armarnos de valor, confianza y optimismo.
Estamos ganando 7 a 3 en el noveno inning, con dos outs. El último bateador contrario está en dos strikes sin bolas. Ya el pitcher abridor estaba cansado y hubo que sacarlo, y ahora está en el montículo nuestro mejor lanzador, que hasta ahora no ha perdido un juego.
¡Valor, confianza y optimismo HASTA EL FINAL!