Hubo un tiempo es que algunas mujeres planchaban con tristeza los pantalones ajenos. Es mejor no acordarse de eso. Sobre todo porque ya fue y lo que fue pues fue. De esas certezas también vienen algunas historias.

La planchadora
1904
Una noche una mujer plancha arrugas en un pantalón de casimir inglés. Y en una penumbra sonora Julio Jaramillo gime un testamento de amor. Esa noche la mujer quiere morir. Digamos que esa mujer se llama Carmen Ramona y digamos que esa noche se quiere morir. Luego, a lo lejos, se escucha el llanto de un bebé. Se siente acompañada aunque un poco angustiada. El llanto se oye un poco más cerca. La mujer continúa planchando, pero ya no se quiere morir, no ese día.

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